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Ingesta de calcio a lo largo de la vida.
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Nuevos estudios demuestran que la eficacia de algunos genéricos para la osteoporosis es inferior a la de los medicamentos de marca.
La osteoporosis afecta a un amplio grupo de mujeres en la postmenopausia. Para prevenir el riesgo de fracturas, es importante tomar el sol 15 minutos al día, con el fin de absorber mejor la vitamina D, y consumir calcio. Además, muchas mujeres necesitan tratamientos farmacológicos para proteger los huesos de su deterioro. Estos medicamentos pueden ser originales (de marca) o genéricos. Sin embargo, hay estudios que señalan que estos últimos no ofrecen los mismos resultados que los clásicos de marca para prevenir las fracturas por osteoporosis. En este artículo se describe
qué es una fractura osteoporótica y sus consecuencias y se explican las diferencias entre los fármacos originales y los genéricos
Una de cada dos mujeres de más de 50 años desarrollará osteoporosis a lo largo de su vida, sobre todo en la etapa postmenopáusica, en la que se produce una mengua de las hormonas ováricas y una pérdida de masa ósea. El progresivo envejecimiento de la población y el alargamiento de la esperanza de vida contribuyen a que cada vez sean más las mujeres que sufran este problema de salud, que constituye un riesgo muy importante de fractura de cadera, entre otras, la consecuente pérdida de calidad de vida, así como la disminución de la esperanza de vida.
Fracturas osteoporóticas
El 40% de las mujeres de más de 50 años con osteoporosis sufrirá una fractura osteoporótica o fractura de bajo impacto. Se considera como tal la fractura que ocurre al caerse una persona desde su propia altura o de una escalera de menos de tres peldaños, siempre que no se rompa el cráneo, la cara, el pie o la mano. No obstante, la fractura de muñeca sí que se considera osteoporótica, al igual que las de fémur o cadera en las circunstancias descritas. Una quinta parte de las mujeres que sufren una de estas fracturas de cadera (entre el 16% y el 18%, según diferentes estudios) muere durante el primer año.
El 40% de las mujeres de más de 50 años con osteoporosis sufrirá una fractura osteoporótica
Una fractura osteoporótica en la muñeca, el fémur o la cadera es, pues, sinónimo de muerte, invalidez, además de un importante hándicap personal y social. «La artrosis y la osteoporosis son dos de las enfermedades que más invalidez producen en todo el mundo», ha explicado José Luis Neyro, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Cruces y de la Universidad del País Vasco, con motivo de su ponencia ‘Genéricos y Osteoporosis. ¿Son la misma cosa?’ presentada en la décima edición del Curso de Formación Continuada de Salud de la Mujer, impartido en Bilbao.
Para prevenir el riesgo de fracturas, las mujeres afectadas deben seguir una serie de recomendaciones, como tomar el sol 15 minutos al día para absorber mejor la vitamina D y consumir calcio. Además, precisan de fármacos para proteger los huesos de su deterioro y disminuir el peligro de fractura. «El tratamiento de la osteoporosis se puede comparar a la construcción de una casa: se necesita a un albañil (fármaco), pero este no puede construirla solo, sin cemento (vitamina D) ni ladrillos (calcio)», dice de manera gráfica Neyro. Estos medicamentos pueden ser originales (de marca) o genéricos.
¿Genéricos en osteoporosis?
A pesar de la bioequivalencia entre los fármacos genéricos y los originales (de marca), en fechas recientes se han publicado nuevos estudios que demuestran que la eficacia de algunos genéricos para la osteoporosis (para la que se han aprobado 22 genéricos) es inferior a la de los medicamentos de marca en la prevención del principal riesgo de esta enfermedad, que son las fracturas osteoporóticas, según información de Neyro.
Así, el primer análisis que alertó sobre esta cuestión fue una investigación alemana, dirigida por el profesor J. D. Ringe, del Hospital de Leverkusen, de la Universidad de Colonia, donde se compararon dos fármacos de marca (alendronato original y risedronato original) y alendronato genérico en 186 pacientes en total (62 en cada grupo). Ya en el primer año, estos científicos comprobaron que la efectividad clínica de los tres productos no era la misma. Los pacientes que recibieron los medicamentos originales tenían una mejor radiografía densitométrica respecto a los que tomaron el genérico y, además, los del grupo de genéricos abandonaron más el tratamiento porefectos secundarios.
También se han realizado estudios (uno en Alemania y otro en Italia) donde se ha confirmado que no son tan coste-efectivos como los originales, es decir, que no son tan rentables a la hora de prevenir las fracturas osteoporóticas.
Y, con posterioridad, J. A. Kanis, catedrático emérito de la Universidad de Sheffield y del grupo experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre osteoporosis, sostiene que es posible que los genéricos no consigan los objetivos finales de reducir el riesgo de estas fracturas respecto a los fármacos originales.
Diferencias entre fármacos originales y genéricos
Un genérico (especialidad farmacéutica genérica o EFG) es un fármaco con la misma bioequivalencia que un medicamento original, es decir, es la misma molécula que el original (contiene la misma fórmula química) y posee sus mismas características farmacocinéticas (lo que sucede con un fármaco desde el momento en el que es administrado hasta su total eliminación del cuerpo) y farmacodinámicas (lo que le ocurre al organismo por la acción de un medicamento), aunque la legislación vigente acepta que pueda diferir un 20% respecto al original, informa Neyro.
Los genéricos son más baratos que los originales, que están protegidos durante diez años para compensar la inversión en investigación realizada por la industria farmacéutica.
«En términos de eficacia, calidad y seguridad, los genéricos son idénticos a los originales. Su bioequivalencia, respecto a los originales, es la misma. Ese 20% se refiere solo a la biodisponibilidad del fármaco, es decir, a cómo este se dispone en el organismo para actuar. Si la concentración del principio activo en sangre se determina que sea 100, se admite que si esta se encuentra entre un rango de 80 y 120, el producto también sea clínicamente eficaz. Por poner un ejemplo, si se mide un índice como el dolor, cuando el producto está en una concentración determinada en sangre de +20/-20, el dolor desaparece igual», expone Ángel Luis Rodríguez Cuerda, director general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (AESEG).
Sin embargo, «ese 20% ha dado lugar a falsas interpretaciones: se ha dicho que los genéricos diferían un 20% en bioequivalencia respecto a los originales o que eran un 20% menos efectivo. No es correcto decir que un medicamento genérico es un 20% menos eficaz que uno de marca. Además, esta diferencia de +/-20% de biodisponibilidad puede darse tanto entre un fármaco genérico y otro, o entre una marca y otra», precisa Rodríguez Cuerda.
Comportamiento del virus del papiloma humano, y su incidencia sobre el cancer de cervix.
Un articulo publicado en http://www.ellayelabanico.com
Las personas tendemos a ponerles nombres a todas las cosas, las personas, los acontecimientos, incluso a nuestras mascotas; los ginecólogos también suscribimos esa conducto de nombrarlo todo. Llamamos menarquia a la primera regla; menopausia a la última. Nadie por lo tanto puede «ser menopáusica» o estar menopáusica»; se ha tenido o no se ha tenido aún lamenopausia, sin más. Entre la una y la otra los ciclos se repiten con (a veces) cansina normalidad; es más, desde el momento de la menarquia, la mujer espera que exceptuando los periodos relacionados con los embarazos, la menstruación va a estar presente, más o menos cíclicamente precisamente hasta la menopausia.
Aunque ésto es así para la mayoría de las mujeres, en algunas circunstancias puede faltar la regla durante más de tres meses (amenorrea) y hacerles pensar que la menopausia natural es la causa. Veamos a continuación algunas circunstancias en que ésto sucede, naturalmente o como consecuencia de la actuación médica y que es necesario conocer para no alarmarse primero y para relativizar lo sucedido, en segundo lugar:
1. Hay ausencias de regla que podríamos llamar fisiológicas:
• Después del parto, hasta que los ovarios reanudan su actividad normal, que ha estado anulada durante el embarazo desde los días 90 a 100 del mismo.
• Durante la lactancia materna. La duración de la falta de regla, está condicionada por el número de tomas, por los minutos que el bebé succione del pezón al día y no es constante en todas las mujeres. Ojo aquí con la anticoncepción que puede no ser efectiva con menos de seis tomas al día.
2. Otras aparecen durante el uso de anticoncepción hormonal:
• Con anticonceptivos hormonales combinados que pueden usarse en comprimidos orales, anillo vaginal o parches. Sucede solo en el 0,8 % de las pacientes y es debido a que pueden provocar una atrofia endometrial (y tanto más cuanto más bajas son las dosis).
• Con contraceptivos con solo gestágenos (CSG). Estos pueden ser de administración oral diaria, implantes sub-dérmicos cada tres años o inyecciones trimestrales. Aquí es muy frecuente la amenorrea.
• En este mismo grupo de CSG de depósito intrauterino, podemos esperar una reducción de la cantidad del sangrado cíclico, pero también una ausencia total de menstruaciones en el 30% de las mujeres. Es siempre reversible en el tiempo. Es el famoso DIU hormonado.
3. A veces la amenorrea sucede con el uso de medicamentos de acción antiestrogénica:
• Inhibidores de aromatasa usados principalmente en el tratamiento del cáncer de mama. Estos actúan impidiendo a todos los niveles la fabricación de estrógenos
• Análogos de GnRH; se emplean en enfermedades como la endometriosis, previamente a la cirugía de los miomas uterinos y en algunos tratamientos de esterilidad. Actúan sobre la hipófisis y bloquean temporalmente la secreción de gonadotropinas.
• Danatrol es un medicamento de acción antiestrogénica que a determinada dosis provoca amenorreas, también temporales.
4. Falta de menstruación por ausencia de endometrio:
• Secundaria a legrados uterinos demasiado vigorosos; tiene difícil solución.
• Secundaria a infecciones, afortunadamente muy poco frecuentes en nuestro medio.
• Después de tratamientos trans-histeroscópicos que empleamos para evitar los sangrados excesivos, como la ablación o resección endometrial (se pretende sea definitiva).
5. Secundarias a quimioterapia (QMT) y radioterapia (RDT) que directa o indirectamente provocan una depleción folicular.
• El efecto de la radioterapia depende de la dosis y de la edad de la mujer.
• El efecto de la quimioterapia va a depender del tipo de medicamento y también de la edad (los llamados fármacos alquilantes son los más tóxicos para el ovario).
• En ninguna de estas dos situaciones podemos prever lo que va a suceder en cada mujer.
Pero pongámonos un poco oficiales en este punto; si tenemos en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la menopausia como «la cesación permanente de la menstruación y de la capacidad reproductiva como consecuencia de la pérdida de la actividad folicular del ovario», vemos que todas las situaciones anteriores, exceptuando los casos secundarios a radioterapia y quimioterapia no son realmente «menopausias», sino ausencia de menstruaciones, temporales o permanentes y con diferentes repercusiones hormonales según su causa.
Así, si reevisamos algunas de la anteriores veremos que las cuestiones son a veces, muy poco problemáticas:
• no hay motivo de preocupación cuando sean amenorreas fisiológicas o secundarias al uso de anticonceptivos.
• cuando la causa sea el uso de medicamentos antiestrogénicos las menstruaciones volverán a la normalidad al interrumpir su administración. Este tipo de medicamentos tienen siempre, además, una indicación temporal.
• en las situaciones de ausencia de endometrio el nivel de hormonas circulantes es el que le correspondería por edad y no suele producirse problema alguno en ese sentido.
• tanto la RDT como la QMT sí actúan sobre el número de folículos ováricos, disminuyendo su número y provocando una falta de actividad folicular. En los demás casos la amenorrea es consecuencia de una actuación sobre el útero o a una interferencia en la adecuada función del ovario a distintos niveles (hipofisario, ovárico) sin que podamos hablar realmente de menopausia.
Por tanto, la menopausia inducida es menor en número de ocasiones y en gravedad de lo que al principio podría pensarse.
En medicina, hoy…., casi cada caso tiene una solución.
La influencia que modificaciones del estilo de vida pueden tener sobre patologías propias de la menopausia ha sido evaluada en diversos estudios observacionales [1], [2].
Algunos factores no son susceptibles de modificación como la raza, la presencia de enfermedades concomitantes o la menopausia quirúrgica. Otros son susceptibles de cambio a través de diferentes estrategias preventivas. Entre ellos, la dieta, ejercicio físico y evitar los hábitos tóxicos han sido los mas estudiados y los que tienen una mayor repercusión sobre las patologías propias de la menopausia.
¿Qué papel tiene la dieta y el ejercicio físico en la prevención de patologías propias de la menopausia?
Dieta.
Síndrome vasomotor
Estudios observacionales señalan que el aumento de peso y la obesidad actúan como factores predisponentes para que los sofocos sean mas frecuentes y de mayor intensidad 1, 2
El riesgo de padecer sofocos es mas elevado en mujeres con alto índice de masa corporal[3] aunque no esta probado si la pérdida de peso se traduce en una disminución de los sofocos.
Existen referencias anecdóticas respecto a que los alimentos calientes, picantes o muy especiados pueden desencadenar los sofocos, teniendo un efecto positivo su eliminación
Prevención osteoporosis
Una alimentación durante la etapa de crecimiento, que incluya cantidades adecuadas de calcio, proteínas y vitaminas se considera importante para alcanzar un correcto desarrollo de la densidad mineral ósea y el mantenimiento de la misma en etapas posteriores. Efecto nocivo para el hueso sería la dieta hiperproteica o la ingesta excesiva de fosfatos.
En relación a efecto en la prevención de fracturas, aunque en un metaanálisis [4] se señala un efecto positivo ya que una ingesta de 1000 mg/día de calcio reduce en un 12% el riesgo de fractura de cadera, otros estudios prospectivos no han podido confirmar este beneficio [5], [6].
Sin embargo, los principales organismos relacionados con la salud de la mujer recomiendan una ingesta adecuada de calcio (1000 – 1500 mg/día) para la prevención primaria y secundaria de la osteoporosis.
Recomendaciones en cuanto al control del peso: recomendación universal de mantener o mejorar el peso haciendo prevención del sobrepeso incluso si la mujer se encuentra dentro del rango saludable (IMC entre 18,5 –24,9 Kg/m2). El ritmo de pérdida ha de ser gradual, no siendo superior la perdida del 10% de la masa corporal en un periodo de tiempo inferior a seis meses [7]
¿Son efectivas las recomendaciones?
El consejo oral ha mostrado tener escasa repercusión sobre poblaciones no seleccionas por patologías para producir modificaciones tanto en la cantidad como en el tipo de alimentos[8]. Así, una revisión de 17 trabajos cuyo objetivo final era evaluar la repercusión de los consejos dietéticas sobre población no seleccionada, indicó que el consejo oral no tiene apenas repercusión, e incluso intervenciones de alta intensidad como el seguimiento personal directo con entrevista solo tiene una eficacia media[9]. Sin embargo en poblaciones específicas como hipertensas, diabéticas o hipercolesterolemicas[10], la eficacia del consejo oral es alta, con una respuesta moderada-alta.
No ha podido ser mostrada una asociación en estudios caso-control entre la práctica de ejercicio y los síntomas vasomotores. Algún estudio transversal, indica el efecto beneficioso mostrado en las mujeres que realizan ejercicio frente a las que tienen una vida sedentaria[11], teniendo estas el doble de sofocos[12]. Se ha sugerido que el efecto beneficioso producido por el ejercicio ocurre inmediatamente después de su realización, en los siguientes 45 minutos, pero no más allá y sería consecuencia del efecto que la liberación de endorfinas producida por el ejercicio tendría sobre el humor[13]. Sin embargo, otros estudios no han mostrado este efecto beneficioso. En el momento actual, no hay evidencia respecto a que el ejercicio tenga un efecto consistente en los síntomas vasomotores.
La realización de ejercicio aeróbico o ejercicio de resistencia, son efectivos tanto en la prevención de la pérdida de densidad mineral ósea así como para obtener incrementos en diferentes lugares como columna o calcáneo[14]. También el ejercicio físico de impacto se ha mostrado efectivo en incrementar la DMO en cadera tanto en pre como en posmenopáusicas[15]. Se ha comprobado cómo aquellas mujeres que realizan ejercicio de manera regular como caminar, tienen mayor DMO en columna y cadera que aquellas que no lo realizan. Además, previene la pérdida de masa magra y por tanto de fortaleza resultando eficaz hasta en mujeres ancianas[16].
El efecto del ejercicio físico en la prevención de fractura ha sido recientemente evaluado mediante cuestionario a 61000 mujeres posmenopáusicas de entre 40-77 años encontrando que aquellas mujeres que caminan 4 horas semanales tienen frente a las sedentarias un 40% menos de fracturas de cadera [17] señalando los autores que todos los niveles de ejercicio tienen un impacto positivo.
Pero además, el ejercicio produce una mejora en la coordinación motora lo que lleva a un menor número e caídas y a desarrollar mejores mecanismos de protección frente a las caídas.
Las mujeres que realizan ejercicio mantienen sus niveles de c-HDL, mientras que en las sedentarias tienden a disminuir relacionándose estos cambios más con la cantidad que con la intensidad del ejercicio[18]. Se ha señalado una relación inversa entre la practica de ejercicio y mortalidad por enfermedad coronaria en mujeres posmenopáusicas [19]
El efecto beneficioso se ha comprobado incluso con modestos programas de entrenamiento como es caminar 30´ tres veces en semana y en cualquier edad[20], e incluso, tan solo tener un ocio activo ha mostrado que estas mujeres tienen tres veces menos patología arterial coronaria que las que tienen un tiempo de ocio sedentario[21]
¿Son efectivas las recomendaciones de ejercicio?
En una revisión de 15 trabajos cuyo objetivo principal era evaluar el efecto de las recomendaciones, se concluye que el consejo oral de realizar ejercicio es entre poco y moderadamente efectivo[22]. La asociación de otras intervenciones como la entrega de material escrito o las reuniones grupales, incrementan la eficacia del consejo[23].
El consumo de tabaco se asocia a un incremento del riesgo de sofocos, estando relacionado con el número de cigarros consumidos al día2. Sin embargo, no está establecido el beneficio de dejar de fumar sobre el alivio de los sofocos.
El efecto del tabaco en la salud ósea indica que la DMO es similar para fumadoras y no fumadoras en la premenopausia, pero en la postmenopausia, las fumadoras tienen menor DMO[24], incrementándose en las fumadoras el riesgo de fractura en cadera y columna aunque no de muñeca[25]
Estudios observacionales habían señalado el papel del abuso crónico de alcohol como factor asociado a la disminución de la DMO y al incremento de fracturas, aunque parece que la ingesta moderada de alcohol protege frente a la pérdida de DMO en mujeres posmenopáusicas[26], aunque sin embargo, el consumo de alcohol se relaciona con incremento de fractura de cadera posiblemente debido a un aumento de las caídas.
El consumo de cafeína tiene una asociación inconsistente con una menor DMO y con el riesgo de fractura.
¿Qué papel tiene la fitoterapia como arma terapéutica en la peri y post menopausia?
Aunque la terapia hormonal es el remedio mas efectivo en el alivio de los síntomas vasomotores, habiendo demostrado además otros beneficios, la preocupación por la aparición de posibles efectos adversos, ha estimulado la investigación de otras opciones alternativas.
En nuestro medio, recientemente ha adquirido gran popularidad la utilización de remedios naturales para el alivio sintomático o para preservar la salud de la mujer peri y postmenopáusica fundamentalmente a través de los fitoestrógenos, la cimicífuga racemosa, y sustancias antioxidantes como la vitamina E.
El estudio de estas sustancias en cuanto a efectividad y seguridad[27] es uno de los campos mas fructíferos en cuanto a publicaciones se refiere. Esto da idea del interés de la comunidad científica por ellas.
Los datos de que disponemos, sugieren que los fitoestrógenos brindan beneficios a la mujer postmenopáusica. Los efectos más claros estarían en el alivio sintomático[28] la modificación beneficiosa del perfil lipídico[29] y por tanto del riesgo cardiovascular. El efecto en hueso, apunta hacia beneficios en DMO y marcadores de remodelado óseo, pero no se dispone de datos de prevención de fractura. El efecto de la cimicífuga racemosa se centra en el alivio de los síntomas vasomotores[30] a través de un mecanismo de acción independiente del receptor estrogénico[31]. El efecto en otras áreas como cardiovascular o hueso, es motivo de estudio y en el momento actual disponemos de limitada información. En una revisión de los efectos secundarios asociados a su utilización se pone de manifiesto que estos, son escasos, de poca intensidad y reversibles, siendo la queja mas frecuente las molestias intestinales inespecíficas[32]
Cada vez es mayor el número de evidencias que indican que algunas enfermedades crónicas pueden prevenirse o retrasarse mediante cambios dietéticos señalándose que los nutrientes antioxidantes jugarían un papel en la prevención del cáncer y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, no está establecida la cantidad óptima de estos nutrientes que la dieta debe contener para conseguir estos fines[33]. Así, la recomendación de incrementar el consumo de frutas y vegetales, resulta unánime, sin embargo, aunque los resultados son prometedores, no parece haber en este momento evidencia suficiente para recomendar la utilización de suplementos antioxidantes para prevenir procesos crónicos como envejecimiento, cáncer o enfermedad cardiovascular.
¿En que pacientes sería óptima la utilización de fitoterapia ejercicio físico y dieta?
La recomendación de ejercicio físico y dieta es universal y la primera medida a señalar a las mujeres en la peri y postmenopausia. Todas las mujeres deben conocer los beneficios sobre la salud que reportan la practica de ejercicio físico, incluso los modestos programas de actividad, asociado a una adecuada dieta basada en alimentos bajos en grasas, ricos en fibra y con una abundante ingesta de lácteos vegetales y fruta.
La decisión de asociar un tratamiento hormonal para el alivio sintomático debe basarse en la frecuencia, intensidad y tolerancia a los sofocos, asociado a una valoración de riesgos / beneficios y actitud personal ante la menopausia.
El abanico de posibilidades terapéuticas contempla desde no tomar ninguna actitud hasta la utilización de terapia estrogénica, con la consideración intermedia de la fitoterapia.
La utilización de fitoterapia seria útil en aquellas mujeres con síntomas vasomotores leves o moderados especialmente en aquellas que no puedan o no deseen utilizar terapia estrogénica ya que a pesar de la falta de consistencia en cuanto a resultados, la carencia de efectos secundarios relevantes hace que esta sea una posibilidad terapéutica a considerar.
El potencial efecto beneficioso en la prevención de patologías crónicas, puede ser el objetivo que anime a algunas mujeres a su utilización.
La AEEM (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia) recomienda durante el climaterio:
v Información a todas las mujeres .sobre los beneficios del ejercicio y dieta para la salud.
v Continuar con las revisiones periódicas en orden a realizar una correcta prevención primaria de cáncer de cérvix así como diagnóstico precoz de cáncer de mama.
v Estimular la práctica deportiva aeróbica y de reducción del peso si fuere preciso así como al abandono de hábitos tóxicos como el tabaquismo, el exceso de alcohol o café.
v Utilización de la terapia con estrógenos, idealmente naturales, por la vía más cómoda para la paciente en cuestión y a baja dosis (con-sin gestágenos a poder ser naturales, según que la paciente conserve intacto su útero o no) y durante el tiempo que sea preciso como para poder suprimir la sintomatología climatérica.
v Posibilidad de contemplar la fitoterapia como alivio para los síntomas vasomotores leves o moderados, o bien, para la mejora del perfil lipídico en el caso de los fitoestrógenos.
v Sean cuales sean las decisiones que se tomen en esta etapa de la vida, las terapias deben ser personalizadas.
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El cáncer de mama (CM) es una enfermedad maligna de prevalencia media en nuestro país y que sin embargo arrastra una percepción social de mucha mayor entidad que lo que las estadísticas realmente le atribuyen.
De hecho, comparando datos epidemiológicos de los países de nuestro entorno sociológico y cultural, el cáncer de mama en España (15.7 casos por 100.000 mujeres) es escasamente el doble de prevalente que entre las mujeres mexicanas (7.2 casos por 100.000), pero vez y media menos prevalente que en USA (22.4 por 100.000). En el entorno europeo, los países sajones y del norte soportan prevalencias mucho más elevadas (29.3 para Gales-Gran Bretaña, 27.0 para Irlanda, 26.8 en Bélgica y en Holanda, 22.3 en Alemania), tal y como se expresa en la figura 1. Probablemente si consideramos que la enfermedad cardiovascular, en general, agrupando la enfermedad coronaria y los accidentes cerebro-vasculares matan al 42 % de las mujeres y el cáncer de mama a menos del 6 % estaríamos más cerca de entender la enorme repercusión de cada una de ambas.
Figura 1. Epidemiología del cáncer de mama por países-estados en orden decreciente. Nótense las enormes diferencias entre los países sajones y del norte-centro de Europa y el resto, señalándose entre los de moderada prevalencia los de la cuenca mediterránea, como España, Grecia, Yugoslavia y otros países.
No es intención de este trabajo hacer un abordaje poblacional del problema sino tan solo leves referencias a las consecuencias generales para enmarcar su importancia. Así, desde un punto de vista más personalizado, puede afirmarse que, en el ámbito de nuestro país, una de cada veinte mujeres desarrollará cáncer de mama (CM) antes de los 75 años de edad. La edad media al diagnóstico de la enfermedad es de 57-58 años, estando el 66 – 67 % de todas las pacientes diagnosticadas en status postmenopáusico (Ministerio de Sanidad y Consumo); la mayoría de los casos se agrupan en la franja de edad de entre 56 y 60 años, seguido por el grupo etario de los 61 a 65 años.
Una vez inicialmente enmarcado el problema del CM, los anteriores datos epidemiológicos dan una idea aproximada de la importancia del tema, habida cuenta de que la identificación de los diferentes factores de riesgo para CM (expresados resumidamente en la tabla 1) no sirve por sí solo para discriminar adecuadamente a la población total que va a ser afecta por la enfermedad. De hecho, el 85 % de las mujeres que desarrollan un CM no tienen otro factor de riesgo que su edad. Otros intentos de identificación de mujeres de alto riesgo tampoco han dado los resultados apetecidos.
Así, la aplicación del modelo de Gail, diseñado con este fin para la población americana inicialmente de raza blanca y revisada anualmente (Pastor Clemente et al, 2005) (y que se expresa en la tabla 2), a una población diferente que para la que fue diseñada, concretamente en Valencia, solo habría permitido identificar al 40 % de las mujeres diagnosticadas de CM como población de “alto riesgo” (Gail et al, 1998). De hecho, sólo una minoría de pacientes con CM presenta alguno de los factores de riesgo relacionados en la tabla 1 y, por el contrario, en aquéllas en las que estén presentes uno o más, no van a desarrollar nunca la enfermedad. Puede argumentarse así, que el modelo de Gail es un buen instrumento como predictor del riesgo de una población determinada dedujeres pero es un mal predictor del riesgo de una mujer determinada, tan solo levemente superior que el poder predictor de la suerte; en este sentido, el propio Gail afirmaba que el modelo proporciona “unas probabilidades proyectadas en un intento por proveer una ayuda en la toma de decisiones clínicas y, a pesar de considerable incertidumbre, puede servir como un complemento útil a la experiencia clínica y a la intuición” (Gail et al, 1998). Ello obliga a aplicar criterios muy selectivos a la hora de decidir cualquier tipo de prevención primaria aplicada a población general (Montero 2004). Además, en esta época los criterios de eficacia e incluso los de efectividad clínica están continuada y cada vez más obligadamente condicionados por la eficiencia de dichas medidas que se aplicarán o no en función de las posibilidades presupuestarias y de los recortes en los catálogos de prestaciones que la coyuntura económica aconsejen realizar en cada momento.
Resumidamente sabemos que CM es el tumor maligno más frecuente y primera causa de muerte por cáncer (de momento) entre las mujeres españolas (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1998) y que una de cada 8 mujeres desarrollará un CM invasivo a lo largo de su vida. Como anotábamos arriba los dos más significativos FRs son el sexo y la edad. De hecho, la mayoría de las mujeres diagnosticadas de CM no presentan ningún factor de riesgo y tampoco tienen historia familiar de CM (www.komen.org). Sin embargo, el 48% de todas las mujeres diagnosticadas de CM invasivo morirán de su enfermedad en los próximos 20 años y se sabe que algunos tumores pueden existir 6 a 10 años antes de alcanzar el tamaño como para ser detectados en las mamografías (Mx) de screening (www.natlbcc.org), basándonos en algunos casos de CM diagnosticados 20 años atrás.
Con los antecedentes epidemiológicos que se apuntan consideramos pertinente profundizar siquiera brevemente en los conceptos de prevención en epidemiología, toda vez que, precisamente para el CM, a veces, entre determinados grupos de población pueden confundirse conceptos como prevención primaria y secundaria, cribado poblacional y selección de grupos de riesgo, detección precoz, ¿temprana?, prevención, etc. Parece pertinente repasar brevemente esos conceptos:
Prevención primaria: tiene como objetivo fundamental disminuir la incidencia mediante la intervención sobre la prevalencia de los factores de riesgos en la población
Con la detección de los FRs se trata de evitar el primer accidente de la enfermedad en cuestión, mejorar la supervivencia con calidad de vida y, al tiempo, disminuir los costes sanitarios del tratamiento de la enfermedad gracias a la intervención preventiva.
Debe entenderse por quimioprevención toda intervención farmacológica con nutrientes específicos o agentes químicos para suprimir o invertir la carcinogénesis y prevenir el desarrollo de cáncer invasivo (Mavne y Lippman, 1997)
Prevención secundaria: tiene como objetivo fundamental detectar en población aparentemente sana a las personas que pueden estar enfermas. Se trata por lo tanto de detectar precozmente el trastorno con toda una serie de pasos consecutivos:
En nuestro país los programas de prevención secundaria con cribados poblacionales se iniciaron hace ahora más de 20 años (Navarra en primer lugar en 1990) y en el momento actual hay 12 comunidades autónomas que lo aplican a la población diana de mujeres de entre 50 y 64 (65 a veces) años, con despistage bienal en ese periodo; las otras cinco adelantan el reclutamiento a los 45 años. Navarra lo extiende hasta los 67 años y, recientemente, Castilla y León lo lleva hasta los 70 años. La técnica universal de cribado es la Mamografía bilateral en doble proyección y en periodos bienales independientemente de los FRs que se consideren (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1998).
Debe tenerse en cuenta que el riesgo relativo (RR) de muerte por CM en una mujer que no realiza Mx comparado con la que hace periódicamente, es 1.3 (30% de incremento sobre el riesgo teórico de la unidad)
Se hace necesario evaluar de forma objetiva los cribados poblacionales toda vez que en nuestro país jamás hasta la fecha, se han tomado medidas en absoluto para la prevención primaria de CM. El argumento sería el alto coste sanitario, en secundarismos quizás, y económico, pues los presupuestos se dedican a la prevención secundaria y que todavía no existiría evidencia suficiente como para poder argumentar esa determinada medida de prevención primaria (Neyro, 2006)
Para la evaluación de la efectividad clínica de los programas de cribado se emplean diversos parámetros entre los que resultan particularmente informativos los dos que siguen:
La primera informaría de la bondad de los procedimientos administrativos de gestión del procedimiento en la medida que las citaciones, de forma universal, se realizan de acuerdo con los censos poblacionales y mediante carta de citación de envío domiciliario. La segunda, de la adecuación y la calidad del proceso de lectura e interpretación de las Mx (procedimiento universal de screening en nuestro país), así como de la calidad técnica de su realización en función de las cuales se precisarían o no diferentes procedimientos diagnósticos (ecografía mamaria, magnificación radiológica, etc) (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1998).
La tabla 5 recoge algunos de los resultados de entre los comunicados por las propias comunidades autónomas en lo que respecta a las citadas tasas de participación y recitación en orden a apreciar de modo global el estado actual de la cuestión en España.
NC: no comunicado por la propia comunidad autónoma.
El CM es una patología de terrible impacto social y personal, muy por encima de lo que su prevalencia en nuestro país parecería permitir comprender. No obstante, permanece como el tumor maligno más frecuente entre las mujeres y aún hoy sigue siendo la primera causa de muerte por cáncer para ellas.
Tras más de 20 años de iniciados los programas de cribado poblacional en nuestro país, siempre de competencia autonómica, se observan extraordinarias diferencias entre los resultados de estos diversos programas.
Este puede ser un buen momento para plantearse la oportunidad de identificar a las mujeres de alto riesgo de sufrir CM, de cara a estudiar la conveniencia de realizar sobre ellas intervenciones del tipo de la prevención primaria en orden a intentar reducir la sangría que suponen alrededor de 5600 muertes de mujeres por esta enfermedad cada año en nuestro país.