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Un compromiso con la divulgación y con el desmontaje de los mitos en Salud

#SaludsinBulos es una iniciativa de la agencia de comunicación COM SALUD en colaboración con la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES) que tiene como objetivo combatir los bulos de salud en internet y las redes sociales y contribuir a que exista información veraz y fiable en la red. La iniciativa cuenta ya con una nutrida red de ‘cazabulos‘ -profesionales sanitarios de diferentes ámbitos de la salud- que nos ayudan a identificar y desmontar noticias falsas en internet de las que forma parte el titular de nuestro blog el ginecólogo bilbaino José Luis Neyro desde muy al principio, como puede comprobarse en https://saludsinbulos.com/colaboradores/#colaboradores.

Realmente debiéramos reclamar a nuestras autoridades sanitarias y a los propios colegios profesionales que defienden el ejercicio de la medicina, de la enfermería, de la farmacia, de la fisioterapia…., que vigilen y persigan en su caso a las personas u organizaciones que estimulen, anuncien o divulguen las pseudo-terapias y vendan humo o hagan negocio alrededor de las llamadas medicinas alternativas (que tan solo son alternativas a la verdadera medicina como ya expresamos en su día en https://www.neyro.com/2018/10/02/existen-de-verdad-las-medicinas-alternativas-o-son-solo-alternativas-a-la-medicina/)
Y nos referimos a que los colegios profesionales (de farmacia., pero también los médicos…) no pueden tolerar que se vendan medicinas (?) por internet. No es asumible que las Consejerías de Sanidad permitan que en su seno haya profesionales de la salud que estimulen o preconicen conductas anti-vacunación; no se puede consentir que bajo el epígrafe de «clínicas» un determinado grupo empresarial (o quien sea…) oferte la moxibustión y la terapia de los colores para vencer el reumatismo o el cáncer…
Eso, mis queridos lectores, eso sí es perseguible y de oficio, sin necesidad alguna de denuncias de partiuclares. Ustedes, mis (respetadas) autoridades sanitarias tiene TODOS los elementos de coerción para perseguir las pseudo-terapias o las conductas contra la salud pública y eliminar del seno de la asistencia sanitaria todos aquellos «profesionales» que, por ejemplo, se opongan a vacunar o aconsejen no hacerlo….
De todo ello se habló hace poco en Objetivo Bizkaia en una edición más de la colaboración sanitaria del ginecólogo José Luis Neyro. El programa completo puede seguirse en el enlace adjunto que sigue la intervención del Dr. Neyro desde el minuto 1.10.00; ahí, la presentadora del programa Susana Porras y el propio colaborador de #SaludSinBulos José Luis Neyro, desmontan otros bulos y lo más importante, reclaman a los políticos que controlan la sanidad, NUESTRA sanidad (que es de todos porque se mantiene con los impuestos de todos), que actúen de oficio contra toda esa calaña de malhechores que extienden o permiten los bulos en salud.

Cuando se acerca el final del embarazo, ¿es mejor esperar o inducir el parto ya a las 41 semanas?

El embarazo de la hembra humana (como decía uno de mis maestros en la facultad de medicina…., ay qué tiempos¡¡¡¡) dura aproximadamente unos 280 o 282 días…; ello se corresponde con 40 semanas, contabilizadas desde el inicio de la última menstruación. Habitualmente cuando le preguntamos a una gestante «cuándo cumple» ella indefectiblemente dirá que 9 meses tras la fecha de su última regla y al poco añadirá…: «….por mis cuentas el 22 de mayo (por ejemplo…), pero según las cuentas de mi ginecólogo el 29». ¿De dónde viene esa disparidad? podría preguntarse el lector interesado…..
En realidad, al menos en general, muchas mujeres cometen un pequeño error al llevar las cuentas de la duración de su gestación, pues equiparan el mes lunar, el menstruo de 28 días….,  con el mes de calendario que en general no tiene 28 días (apenas febrero y no todos….), sino 30 o incluso 31 días. Ello condiciona esa (pequeña, pero sutil) diferencia entre las cuentas de sus «faltas menstruales» y la duración real del embarazo que ya adelantábamos era de 280 días, cuarenta semanas (de acuerdo a las «cuentas del ginecólogo»).
De todas maneras, entre los ginecólogos de todo el mundo, nos hemos puesto de acuerdo en las definiciones de normalidad en cuanto a duración y así hablamos técnicamente de:
  • embarazo a término, cuando el parto sucede entre las 37 y las 42 semanas.
  • parto pretérmino cuando acontece antes de las 37 semanas cumplidas (siempre contando desde el inicio de la última regla…)
  • parto post-término, cuando sucede tras las 42 semanas.

Desde siempre sabemos que los pre-término son poco deseables y ya nos ocupamos en su día de algunas de sus características y de cómo evitarlos incluso (ver en https://www.neyro.com/2014/05/20/un-nuevo-analisis-de-sangre-podria-prever-los-nacimientos-prematuros/), pero no teníamos claro y se sigue investigando si hay que esperar pacientemente hasta las 42 semanas para empezar a actuar, si el parto no se produce espontáneamente un poco antes «por si acaso las cosas se tuercen al final». Sabemos que la placenta no tiene una vida ilimitada y por ello los ginecólogos han solido actuar con inducción del parto antes del final teórico de la gestación.

No es un asunto baladí y hay mucha discusión en la literatura sobre el tema de si la inducción anticipada es adecuada o no lo es; hablamos de ello en su día en un post de nuestro web del que recomendamos su lectura en https://www.neyro.com/2016/11/02/la-induccion-al-parto-no-aumenta-el-riesgo-de-trastornos-del-espectro-autista-en-los-ninos/.
Ahora, unos autores escandinavos (muy ordenados) se han planteado un estudio aleatorizado de no inferioridad para tratar de demostrar s mejor: la Inducción del parto a las 41 semanas o bien la espera paciente hasta la semana 42. El original del estudio INDEX (que así se llamó abreviadamente) puede seguirse en el enlace original de su publicación https://www.bmj.com/content/364/bmj.l344 de apenas este febrero de 2019.
En este estudio aleatorizado se comparó la mortalidad perinatal y la morbilidad neonatal (puntuación del test de Victoria Apgar a los 5 minutos <7, pH arterial <7,05, aspiración de meconio, daño en el plexo braquial, hemorragia intracraneal y requerimiento de UCIN-unidad de cuidados intensivos neonatales) en los partos inducidos a las 41 semanas frente a la espera hasta la semana 42 entre 1.801 mujeres con embarazos únicos. Se comprobó la hipótesis nula de que la espera es inferior a la inducción, con un margen de no inferioridad del 2%.
El lector interesado puede leer más sobre el test de Victoria Apgar que evalúa el vigor y la reactividad de un determinado recién nacido en un suelto previo de nuestro web en https://www.neyro.com/2015/12/07/el-test-de-apgar-tambien-puede-predecir-la-salud-materna/ .
Volviendo al trabajo que ahora nos ocupa, la mediana de la edad gestacional en el momento del parto fue 41+0 semanas para el grupo de inducción y 41+2 semanas para el grupo de espera. En el primer grupo, 157.900 (1,7%) mujeres tuvieron un resultado perinatal adverso frente a 28/901 (3,1%) en el grupo de espera vigilada (diferencia del riesgo absoluto -1,4%; 95% IC -2,9 a 0,0%; p=0,22 para la no inferioridad). Once bebés (1,6%) en el grupo de inducción y 23 (2,6%) en el grupo de espera tuvieron una puntuación de Apgar a los 5 minutos <7 (riesgo relativo 0,48; 95% IC 0,23-0,98). No ocurrieron muertes neonatales. Los resultados maternos y la tasa de partos por cesárea fueron similares.

Estos resultados no confirman la no inferioridad de la espera frente a la inducción del parto a las 41 semanas en mujeres con embarazos únicos de bajo riesgo. En cualquier caso, la probabilidad de resultados perinatales adversos fue baja en ambos grupos. Textualmente los autores del trabajo ahora comentado señalan en sus conclusiones que este estudio no pudo mostrar la no inferioridad del manejo expectante en comparación con la inducción del parto en mujeres con embarazos sin complicaciones a las 41 semanas.

En cambio, se encontró una diferencia significativa del 1,4% para el riesgo de resultados perinatales adversos a favor de la inducción, aunque las posibilidades de un buen resultado perinatal fueron altas con ambas estrategias y la incidencia de mortalidad perinatal, puntuación de Apgar <4 a los cinco minutos y UCIN admisión baja.
Probablemente, como señala el Dr. Neyro, será necesario seguir investigando cuándo es el mejor momento para nacer, pues, aunque resulte increíble bien entrado el flamante siglo XXI, todavía no conocemos cómo la naturaleza elige ese preciso momento para iniciar el parto…..; conocemos bien cómo lo hace, a través de qué mecanismos íntimos….., pero aún no sabemos porqué lo hace en este momento y no lo hizo ayer o anteayer o mañana…. Seguiremos informando….

Nuevas dianas terapéuticas en la osteoporosis

La humanidad trata de conseguir que en los últimos decenios se acaben las enfermedades infecciosas como azote de la misma durante tantos siglos. Lo vamos peleando gracias a muchos avances médicos en unos casos individuales (mejor atención, desarrollo de los antibióticos…) en otros de salud pública (mejora de las condiciones de vida, canalización de las aguas fecales, deasarrollo de vacunas con programas de vacunación poblacional….). Ciertamente, en los últimos tiempos, los movimientos (ideológicos, más que científicos) de los llamados anti-vacunas nos pretenden devolver a las cavernas (tal y como explicamos hace poco en https://www.neyro.com/2019/02/25/anti-vacunas-el-mayor-peligro-para-la-salud-en-2019-segun-la-oms/). Seguir leyendo Nuevas dianas terapéuticas en la osteoporosis

La vacuna contra el VPH no aumenta el riesgo de relaciones sexuales inseguras

Entre las dudas más peregrinas que se han mencionado en los últimos años en contra de vacunar a los más jóvenes contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), está aquella presunción de que vacunarles aumentaría el número y la peligrosidad de las relaciones sexuales. El argumento (falaz y disparatado) consiste en que al saberse vacunados y protegidos frente a VPH, los jóvenes se lanzarían a un desenfreno sexual en el que sus relaciones comenarían antes, serían más promiscuas y menos protegidas con lo que estimularíamos el crecimiento de las cifras de las enfermedades de transmisión sexual, cuando el objetivo de la vacunación era justamente el contrario.

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Suplementos de vitamina D y tratamientos del cáncer

No deja de sorprendernos las noticias que una semana y otra también aparecen en la literatura científica sobre nuevos usos y efectos del complejo hormonal D (¿cuándo nos decidiremos a dejar de empelar el término de vitamina para unas sustancias que son hormonas realmente y empezaremos a subsanar el error histórico cometido desde hace más de cien años? Ver en https://www.neyro.com/2016/05/02/vitamina-d-de-un-error-historico-a-la-salud-y-la-calidad-de-vida/)

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Comerse la placenta tras el parto no aporta beneficios para la salud

na de las anécdotas más extrañas que puedo relatar de mi actividad profesional durante lo que ya empieza a ser una larga vida profesional comienza cuando tras asistir un parto sin complicación alguna en el hospital privado en el que entonces trabajaba, escuché una solicitud por parte de la paciente que jamás había tenido la oportunidad de escuchar. Tras el alumbramiento de la placenta, como era mi costumbre, le ofrecí a la paciente verla y enseñarle algunas curiosidades sobre el cordón, la cara fetal, la cara materna…, en fin. Lo que me dejó impresionado fue la casi automática respuesta de la paciente: «doctor, quiero probar mi placenta y comerme una parte de ella».

Accedí de inmediato, pero le sugerí post-poner su deseo hasta que mi labor en la sala de partos hubiera concluido y así, a solas con «su» placenta, pudiera hacer con ella lo que quisiera….Cuando finalizó todo, me quedé con la idea en la cabeza pero…., tiempos después, se ha ido extendiendo la costumbre de algunas pacientes de llevarse su placenta a casa, enterrarla en el jardín familiar para hacerla una con la tierra madre, comérsela a solas o incluso en familia como parte de algún tipo de ritual…, en fin. Hoy sabemos con evidencia científica que, más allá de las creencias de cada quién, todas respetables si no causan daño alguno a terceros, comerse la placenta no tiene ninguna ventaja para la salud lo afirme Agamenón o su porquero, si se me permite el dicho clásico.

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