El parto prematuro es algo que preocupa y ocupa a todos los ginecólogos del mundo, porque en todo el Occidente la prevalencia sigue y sigue aumentando sin cesar…; no mucho pero ya estamos en aproximadamente el 10% del total de los embarazos (en algunos países los datos son aún peores…). No podía ser de otra manera e incluso nos planteamos si el maldito SARS-CoV2 influiría de alguna forma en la duración de las gestaciones. De ello charlamos en https://www.neyro.com/2021/06/29/esta-influyendo-la-maldita-pandemia-tambien-en-la-cifra-de-nacimientos-prematuros/.
Son varios años desde que la ciencia descubrió múltiples asociaciones entre el peso de la madre antes y durante la gestación y el desarrollo fetal primero, neonatal después, con muchos datos inequívocos. Incluso sabemos hoy que el peso de la madre antes de gestar influye en el peso del recién nacido, lo que enfatiza en la importancia de la vita pre-concepcional, por más que nuestras (respetadas) autoridades sanitarias no la consideren como una prioridad en los catálogos de prestaciones sanitarias (lo que explicamos con detalle en nuestro blog en https://www.neyro.com/2019/01/16/relacion-entre-el-peso-materno-y-el-del-recien-nacido-o-la-importancia-de-la-vista-pre-concepcional/)
En algunas ocasiones en este mismo lugar nos hemos planteado cuestiones que hacía referencia a las consecuencias para nuestros hijos de las acciones y las conductas de las mujeres durante sus embarazos; nada es baladí y no solo el peso al nacer, que también, sino incluso algunos riesgos de salud futura estarán directamente condicionados por lo sucedido durante la gestación. De ahí que en una noticia anterior nos lo planteáramos como un interrogante para un futuro (ver en https://www.neyro.com/2016/11/28/nos-exigiran-nuestros-hijos-cuentas-en-el-futuro-por-lo-que-les-hicimos-durante-sus-embarazos/)
Una nueva Revisión Cochrane publicada en diciembre de 2018 ha encontrado que aumentar la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3 (AGPICL) durante el embarazo (seguramente a partir de la semana 12ª, una vez concluido el primer trimestre, según los datos iniciales) reduce el riesgo de nacimientos prematuros.
Que la prematuridad en la finalización de las gestaciones es un importante problema de salud pública y que incluso grava la mortalidad infantil es algo no solo innegable, sino aún pendiente de resolución (ver en https://www.neyro.com/2014/11/28/la-prematuridad-es-ya-la-primera-causa-de-mortalidad-infantil/). Uno de los métodos descubiertos hace más de medio siglo ya que tenemos para reducir los riesgos inherentes de nacer antes del tiempo ideal de cada embarazo son los corticoides prenatales. Su empleo en las gestantes con amenaza de parto prematuro mejora los resultados neonatales de los bebés prematuros porque, entre otras ventajas, reducen los riesgos de inmadurez intestinal y, sobre todo, pulmonar y ello reduce los problemas consecutivos al distress respiratorio de estos bebés .