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«Las vulvovaginitis son el primer motivo de consulta en ginecología entre mayo y octubre»

Las vulvovaginitis son afecciones de la vulva y de la vagina que se producen cuando se altera el equilibrio de la flora vaginal. El verano es la época en la que más se acude a las piscinas, en la que se permanece más tiempo con un bañador húmedo pegado al cuerpo y cuando se suda más y se pierden más secreciones. De hecho, es la primera causa de consulta en la atención primaria de ginecología en el periodo que abarca de mayo y octubre. Aunque son muy comunes y cerca del 100% de las mujeres van a sufrir al menos un episodio a lo largo de la vida, hay determinadas normas de higiene para intentar prevenirlas y, sobre todo, para evitar su reaparición. Así lo explica José Luis Neyro, ginecólogo del Hospital Universitario Cruces, de Bilbao.

  • Autor: Por CLARA BASSI
  • Fecha de publicación: 23 de agosto de 2011

¿Qué son las vulvovaginitis?

Las vulvovaginitis son afecciones de muy diverso origen que afectan a la zona de la vulva y la vagina y que se caracterizan todas ellas por síntomas como picor, enrojecimiento local, sensación de quemazón así como, a veces, flujo aumentado de diferentes tipos (blanquecino, amarillento o marrón verdoso). Las características del flujo dependen de que, además, haya una infección.

¿Cuáles predominan más?

» Las vulvovaginitis provocan picor, enrojecimiento local y sensación de quemazón y, a veces, flujo aumentado»

La gran mayoría de las vulvovaginitis empiezan con una disbacteriosis, que es una alteración de la flora vaginal (conocida como microbiota). La vagina consta de un ecosistema que, en condiciones normales, está en perfecto equilibrio. Este equilibrio lo conforma la acidez de los gérmenes que ahí habitan. Cuando, por distintas razones, la flora vaginal se altera también se perturba su equilibrio y se produce una pérdida de acidez. La disbacteriosis consiste en esta alteración de las condiciones de vida de los gérmenes de la vagina.

¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de acidez?

El resultado es que otros gérmenes invasores colonizan la vagina, entre los que figuran las levaduras (hongos). Como primer origen de las vulvovaginitis también puede haber infecciones de transmisión sexual (ITS). Sin embargo, este último supuesto es menos frecuente. La situación más común es que se registre primero una alteración del ecosistema vaginal y después una colonización por otros gérmenes no habituales.

¿Cuáles son las vulvovaginitis más frecuentes? ¿Qué microorganismos las causan?

La más frecuente es la vulvovaginitis candidiásica, causada por una levadura del género «Candida» de la que hay una gran variedad: «Candida albicans», la «Candida tropicalis» o «Candida glabrata», entre otras. Además, también hay vulvovaginitis causadas por levaduras como la «Trichomonas vaginalis», que se trasmiten por vía sexual.

¿Se sabe cuántas mujeres españolas padecen al año una vulvovaginitis?

No hay datos concluyentes, pero me atrevería a decir que, por una u otra razón, a lo largo de la vida cerca del 100% de las mujeres pueden tener al menos un episodio. Es muy común.

¿Casi como tener un resfriado?

Seguramente. Pero hay que destacar que el aspecto más importante no es sufrirla una vez, sino evitar que se repita.

¿Se repiten muy a menudo las vulvovaginitis?

«Hay determinadas normas de higiene para intentar prevenirlas y, sobre todo, para evitar su reaparición»

Son abundantes las recidivas. Hay vulvovaginitis provocadas una alteración crónica del equilibrio de la flora vaginal secundarias a tratamientos antibióticos reiterados (que se consumen por infecciones respiratorias como sinusitis, etcétera). Lo que ocurre con los antibióticos es que no hacen distinciones y, además de exterminar los microorganismos perjudiciales, también eliminan los que forman el ecosistema vaginal. Por eso, no es raro que tras los antibióticos para una infección de amígdalas, una semana más tarde surja una infección vaginal.

¿Hay mujeres que conocen esta asociación?

Por desgracia, sí. Hay otras circunstancias que predisponen a otras mujeres a padecer de vulvovaginitis, como sufrir diabetes o un déficit de hormonas por la posmenopausia. En esos momentos, también hay más probabilidad de que se desarrolle vulvovaginitis. Muchas mujeres posmenopáusicas, a las que se ha estudiado poco, pueden estar bajo tratamiento para una vulvovaginitis infecciosa, pero que solo se les resuelve cuando reciben tratamiento hormonal por la menopausia.

¿Cómo se tratan las vulvovaginitis?

«Sufrir diabetes o un déficit de hormonas por la posmenopausia predispone a sufrir vulvovaginitis»

El aspecto primero y fundamental es hacer un adecuado estudio del problema, analizarlo de forma integral y no centrarse solo en si hay algún germen causal, sino también en si se da una alteración del pH y acidez en la vagina. Con ese primer diagnóstico, se investiga la presencia de otro tipo de alteraciones hormonales o metabólicas. Después, se administra un tratamiento sistematizado contra el germen causal, para favorecer el reequilibrio de la flora vaginal. Ese reequilibrio de la flora antiguamente se hacía con productos prebióticos para estimular el crecimiento los gérmenes que habitan en la vagina.

¿Y cómo se tratan hoy?

Distintas casas comerciales han patentado diferentes tipos de estos gérmenes que se administran por vía vaginal para reequilibrar la flora, es decir, con ellos se repuebla la cavidad vaginal. Hay gérmenes liofilizados, que son muy cómodos de administrar y que no provocan residuos (antes era muy común que estos productos dejasen restos y manchasen la ropa interior). Y las infecciones se tratan durante tres o cuatro meses, tras los cuales se reequilibra la microbiota vaginal y se favorece a que ella misma se defienda de otros gérmenes agresivos.

¿Cuál es la diferencia exacta entre los prebióticos y los probióticos?

La diferencia es que los prebióticos son un conjunto de sustancias que alimentan a los gérmenes que componen cualquier la flora vaginal, mientras que los probióticos son un conjunto de seres vivos, de microorganismos, que en algún momento benefician a la flora humana (en la flora intestinal o vaginal). Elías Méchnikov, Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1908, ya recomendaba a sus pacientes que, para ser longevos, tenían que tomar leche fermentada de cabra. Esta fermentación no es más que una gran cantidad de microorganismos que forman el cuajo (leche fermentada), que confieren acidez al medio y que son la base de la buena salud. Parece ser que ahora se retoman aquellas enseñanzas.

¿Es cierto que las vulvovaginitis aumentan en verano?

«Bañarse más, sobre todo en aguas ricas en cloro, y permanecer con el traje de baño húmedo altera la composición del ecosistema vaginal»

Claro, porque el verano es una época en que la mujer transpira más, tienen más secreciones, se baña más por el calor, acude a más a piscinas con un agua con un pH muy agresivo, por tener mucho cloro, y permanece más tiempo con el traje de baño húmedo. Todo esto altera la composición del ecosistema vaginal. Además, en las consultas nos encontramos con ciertas condiciones de algunas mujeres procedentes de Europa (Rumania, Rusia o Bielorrusia) y de Latinoamérica (de Colombia y Ecuador), que tienen el hábito perjudicial de realizarse duchas vaginales (no de la vulva), lo que tiene un efecto de arrastre que elimina la flora vaginal, se altera el equilibrio y predispone a las infecciones de este tipo.

¿Por qué se practican estas duchas?

Por razones culturales. A estas mujeres se les ha enseñado que está mal tener secreciones que manchen la ropa interior. Por ello, se lavan con fruición mediante duchas vaginales, después de tener relaciones sexuales, etcétera. Pero esta intensa higiene vaginal es contraproducente. Hay que lavarse la vulva, la zona de la piel, pero no las mucosas del interior. Pero es difícil cambiar este hábito si se tiene como una norma de higiene aprendida.

¿Las vulvovaginitis llegan a aumentar hasta un 50% más en verano?

Sí, hasta el punto de que es el primer motivo de consulta de atención primaria de todos los ginecólogos de España entre los meses de mayo a octubre, sobre todo, en el periodo estival. Atendemos muchas consultas por picor, aumento de flujo, quemazón e, incluso, por dolor en las relaciones sexuales. Vulvovaginitis es un término muy extenso. Luego está la pequeña labor del ginecólogo de ponerle los «apellidos».

CONSEJOS PARA PREVENIR LA VULVOVAGINITIS

Las vulvovaginitis son mucho más frecuentes en verano, pero también constituyen un problema recurrente a lo largo de la vida de algunas mujeres y una afección de la que algunas es casi imposible que se libren a lo largo de toda su vida. Para prevenirla y para combatirla, en los casos de cronicidad, José Luis Neyro recomienda las siguientes medidas:

  • No utilizar salva slips, porque al hacer su función, mantener la ropa interior seca, no permite la transpiración, retiene las secreciones y macera la vulva. La vagina es un orificio natural que queda abierto de forma permanente y no se debe bloquear.
  • Si se está incómoda por las secreciones, se aconseja cambiar de ropa interior de manera más frecuente y escoger la que sea de algodón transpirable, en lugar de utilizar los salva slips.
  • No recurrir jamás a las duchas vaginales como método de higiene.
  • Tener precaución algunos productos de higiene íntima, ya que algunos de ellos alteran la flora vaginal. La mejor medida para lavarse los genitales es hacerlo «con el sobrante de jabón que cae después de lavarse el pelo», es decir, sin enjabonarse en exceso.
  • Evitar manipular la vagina con las manos sucias o con instrumentos sucios, puede altera la flora vaginal.
  • Procurar no automedicarse nunca y menos con antibióticos.
  • Las mujeres con antecedentes de vulvovaginitis de repetición deben alertar a su médico de que después de cada tratamiento antibiótico sufren de este problema. En caso de duda, deben consultar al ginecólogo.
  • Ante vulvovaginitis recidivante se puede reponer la flora con probióticos. Para ello, durante la menstruación, pueden utilizar un nuevo tampón que libera estos probióticos y permite reequilibrar la flora vaginal alterada, que predispone a esta dolencia.

Qué es la incontinencia urinaria y cómo tratarla

Muchas mujeres en menopausia ven afectada su calidad de vida por la incontinencia urinaria sin hacer una consulta médica. Sin embargo es fácil de estudiar y de fácil tratamiento con excelentes resultados. Así lo explica el Dr.  José Luis Neyro – especialista en el tema y todo lo relacionado con el climaterio. Explica también que si los médicos incluyeran una simple pregunta en su interrogatorio, se facilitaría la llegada a un diagnóstico y al tratamiento correspondiente.

La Incontinencia Urinaria IO es un problema más habitual de lo que podemos imaginar y sobre el que existen todavía muchos tabúes.

El doctor José Luis Neyro ha tenido la amabilidad de contestarnos a unas preguntas sobre este tema y sobre el que se muestra así de rotundo:

“La incontinencia urinaria en la mujer no mata pero puede llegar a deteriorar  gravemente la calidad de vida de la mujer.”

Doctor ¿qué es la incontinencia urinaria y cual es su  origen?

Es un síntoma que aqueja a algunas personas en su mayoría mujeres, que consiste en la perdida involuntaria de orina. Existen varios tipos:

1º la incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE) que es la que se produce con esfuerzos tales como la tos, el estornudo, la risa, la carrera, levantar pesos.

2º la incontinencia urinaria de urgencia (IOU) que sucede cuando el/la paciente tiene deseos irrefrenables de orinar pero…,”no llega al cuarto o de baño” y pierde involuntariamente la orina.

Aún hay una forma mixta en la que se combinan ambas sintomatologías y en la que el abordaje terapéutico debe ser doble, lógicamente.

¿Hay muchas consultas al respecto?

Muchas, pero muchísimas menos de las que debieran ser porque entre el 40 y 60 % de las mujeres afectas no lo consultan jamás con sus médicos, ni con los ginecólogos ni con sus médicos de cabecera.

Desde su percepción ¿siente que es un tema en el que todavía hay mucho pudor a la hora de realizar la consulta?

Ya lo creo, pero es un pudor malentendido porque es algo muy sencillo de estudiar, muy fácil de tratar y que tiene unos resultados en el corto, medio y largo plazo excelentes.

Todo ello debería estimular a las mujeres con este trastorno a consultarlo mas bien pronto que tarde, ya que muchas mujeres restringen sus actividades sociales , limitan sus actividades deportivas, reducen las asistencia a conciertos y/o a actos públicos solo porque se siente húmedas (mojadas literalmente) más habitualmente de lo que sería necesario, cuando hay muchas soluciones.

¿Qué aconseja a las mujeres que sufren de incontinencia?

Lo primero que lo consulten con su médico ya mismo y ya él se encargará de dirigirla hacia el ginecólogo. Desde nuestra especialidad, estamos en condiciones de historiar a la mujer, estudiar su sintomatología, proveer las exploraciones clínicas y complementarias que se precisen para llegar a un diagnóstico preciso y poder así, en segundo lugar realizar el tratamiento más adecuado a cada situación.

A veces, este tratamiento será médico con unas sencillas pastillas, otras requerirá rehabilitar el suelo pelviano y entrenarlo y en ocasiones una sencilla intervención quirúrgica de tan solo diez o quince minutos sin ingreso hospitalario ni clínico pueden ayudar a mejorar el cuadro de forma definitiva.

¿Pueden hacer los ginecólogos algo por esas mujeres?

Sí y es muy sencillo. Estar concienciados con el problema, atenderlo  De manera rotunda y para siempre, incorporar una pregunta más al interrogatorio que hacen a sus pacientes en sus consultas y es ésta: “¿pierde usted orina alguna vez de manera involuntaria?”

Sólo con esto, ya podemos iniciar un diálogo alrededor del tema, descubrir el trastorno e iniciar el estudio completo para, encauzando el tratamiento, mejorar la calidad de vida de las pacientes que está muy deteriorada cuando hay pérdidas involuntarias de orina.

¿Es cierto que las deportistas de élite suelen padecerla más a menudo y por qué?

Efectivamente es un síntoma muy frecuente en algunas de ellas porque están acostumbradas a hacer fuerza abdominal, a contraer de manera explosiva y mantenida la prensa abdominal, pero descuidan el fortalecimiento del suelo pélvico. Con el paso de los años, la maternidad incluida, puede deteriorar un suelo no bien tratado y aparecer la temida incontinencia urinaria.

En estos casos, y en los de incontinencia urinaria de esfuerzo en general, la rehabilitación del suelo pelviano tiene un papel preponderante y una eficacia contrastada científicamente.

¿Existe en los hombres?

Sí, pero casi siempre esta ligada a cirugías previas o tratamientos muy agresivos como el cáncer de próstata, el de vejiga o grandes traumatismo de la pelvis.

Antiguamente también a la cirugía de la hipertrofia benigna de próstata.

¿Que le aconseja a estos pacientes?

Que planifiquen bien sus tratamientos junto con su urólogo para tratar de evitar este trastorno después de los tratamientos que serán necesarios para erradicar sus enfermedades neoplásicas.

La información completa es básica antes de iniciar cualquier tratamiento y más en aquellos casos en lo que esa terapia puede provocar secuelas graves o incómodas para la vida posterior.

¿Cuál es la diferencia con la de las mujeres?

Hay una que es básica: que la de las mujeres se puede presentar entre los 45 y los 55 años para empezar e incluso comenzar antes, tras los partos y la de los hombres es mucho más tardía coincidiendo con esas enfermedades que señalábamos.

Además, en la mujer puede y suele estar ligada a los embarazos y partos y sobre todo a aquellos mal cuidados, poco preparados, sin gimnasia ni preparación para el parto o que han sido muy traumáticos o con bebés muy grandes. Ahí, los partos instrumentales (con ventosa o fórceps) pueden tener un papel desencadenante muy importante.

De ahí la importancia que los ginecólogos damos a la gimnasia de recuperación del suelo pelviano que diseñó un colega austriaco, el Dr. Kegel, después de los partos.
Dr. Jose Luis Neyro
Especialista en Obstetricia y Ginecología.
Magíster interuniversitario en Bioética
Delegado para el País Vasco de la Sociedad Española de Investigaciones Óseas y Metabolismo Mineral (SEIOMM)
Miembro de la International Menopause Society (IMS)
http://www.neyro.com

El doctor Neyro en Radio Euskadi

Una segunda opinión

Radio – Radio Euskadi – Graffiti

  • Duración: 21:53

El doctor Ricardo Franco ha invitado a nuestro espacio de salud al Doctor José Luis Neyro, para charlar sobre los retos ginecológicos que tiene que afrontar el año 2011.  En el programa se habla del 8º curso de Formación Continuada en Menopausia y Climaterio de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), sección de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y de consejos útiles de salud.


Si la menopausia da síntomas, lo mejor es la terapia hormonal

Tratamientos con dosis mínimas y por periodos cortos de tiempo
Hay alternativas para aquellas mujeres en las que estén contraindicadas las hormonas

CRISTINA DE MARTOS (elmundo.es)

MADRID.- Especialistas en ginecología y obstetricia han recomendado el uso de la terapia hormonal en pequeñas dosis y periodos de seis meses a un año para tratar los síntomas del climaterio en aquellas mujeres cuya calidad de vida se ve mermada por este motivo.

Durante las jornadas de ‘Actualizaciones en Ginecología y Obstetricia’ organizadas por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y el Gabinete Médico Velázquez, diversos especialistas han concluido que la terapia hormonal (TH) sigue siendo la mejor opción para controlar los síntomas vasomotores de la menopausia (fundamentalmente los sofocos). Además, han destacado que otros tratamientos, como la fitoterapia, son útiles para aquellas mujeres con molestias leves.

«Tenemos de nuevo buenas noticias para las menopáusicas. Las mujeres con síntomas graves se pueden tratar gracias a dosis más bajas y a tratamientos de menor duración que hacen segura la terapia hormonal», anunció José Manual Bajo Arenas, presidente de la SEGO. «Además, el elenco de fármacos para manejar el climaterio es más amplio ahora», añadió.

El consenso entre los especialistas es evidente. El denominador común es recetar la TH a aquellas mujeres cuyos síntomas afectan a su calidad de vida. Las dosis empleadas deberán ser lo más pequeñas posible y el periodo de tratamiento de seis meses a un año, con un máximo de cuatro años, siempre y cuando se hayan evaluado previamente los riesgos y beneficios en cada caso.

Como punto de partida, la menopausia es un proceso fisiológico normal en el sexo femenino. Se trata de la pérdida de la fertilidad y no es una patología salvo que tenga lugar a edades muy tempranas o que vaya acompañada de una sintomatología que altere la calidad de vida de la mujer. Como explicó Daniel Lubián, del Hospital Clínico de Puerto Real (Cádiz), «es necesario determinar qué pacientes se van a beneficiar de la TH y recetarla sólo en estos casos».

Críticas al WHI

La catástrofe de la TH se debió casi de forma exclusiva a los resultados del WHI (Women’s Health Initiative), un gran estudio observacional en el que participaron más de 160.000 mujeres que la organización decidió suspender antes de tiempo debido al aumento de las muertes por patología cardiovascular y de los casos de cáncer de mama.

Pero tras un periodo de confusión, algunos especialistas comenzaron a llamar la atención sobre las características de la población estudiada por WHI, tal y como recordó Jose Luis Neyro, ginecólogo del Hospital de Cruces (Bilbao). Las participantes de este ensayo eran mayores (edad media de 63,3 años), no necesitaban este tratamiento y tenían, probablemente, factores de riesgo o enfermedades coronarias.

«Si agrupamos a las menores de 60 años, la mortalidad global descendía, porque es muy distinto dar TH a pacientes sanas que a mujeres con enfermedad cardiovascular. Los estrógenos son la puntilla de estas pacientes», explicó Neyro. Seguir leyendo Si la menopausia da síntomas, lo mejor es la terapia hormonal

El último trimestre del embarazo: ¿cómo afrontar los meses de calor?

Útiles consejos para sobrellevar mejor las últimas semanas de embarazo cuando coinciden con los meses de verano

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Con el calor, la futura mamá debe mantenerse bien hidratada.

Tal vez no sabías que durante los meses de verano del año pasado es cuando se registraron un mayor número de nacimientos en España. Nada más y nada menos que 134.458 del total de 518.967 de todo 2008, según datos de Instituto Nacional de Estadística. Una época del año en la que es importante que las mujeres embarazadas se cuiden todavía más, ya que el calor puede modificar o acentuar la sintomatología propia de la gestación.

Desde la firma Clearblue (responsable de un nuevo test de embarazo digital), resumen una serie de consejos útiles para que las futuras mamás, que se encuentran ya en el último trimestre de embarazo y verán nacer a sus pequeños entre julio y septiembre, lleven mejor estas últimas semanas de espera en las que convivirán con el calor. Han contado con la colaboración del Dr. José Luis Neyro, médico especialista en Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Cruces. No te pierdas sus recomendaciones:

  • Ojo con el sol. Es importante tomar el sol con moderación, en horarios que no sean dañinos y utilizando cremas solares de alta protección. Así, se evitará la aparición de las temidas manchas en la piel.
  • Apúntate al ejercicio. Los ejercicios suaves son muy beneficiosos durante el embarazo. Por ejemplo, la natación en verano es un deporte muy saludable ya que fortalece la musculatura, proporciona elasticidad a las articulaciones, no se realizan movimientos bruscos y, además, refresca. Y es que hay que recordar que en el agua pesamos algo menos y movernos en ella es más fácil para una gestante….abultada. Sólo hay que evitar los baños en el último mes, por si se produce la rotura de la bolsa. Los paseos también son muy recomendables -a no ser que estén contraindicados por prescripción médica-. Eso sí, intenta aprovechar la primera hora de la mañana o la última de la tarde, evitando las horas de más calor.
  • ¡Más agua, por favor! Con el calor, la futura mamá debe mantenerse bien hidratada. Es recomendable ingerir alrededor de 2 litros diarios de agua. Además, gracias a ella, algunos de los síntomas provocados por los cambios hormonales mejoran o, por lo menos, no van a peor: estreñimiento, piernas hinchadas y cansadas, regulación de la temperatura corporal, etc.
  • Come de forma equilibrada y ligera. En la dieta de una embarazada no debe faltar ni la calidad ni la variedad de alimentos, por tanto deberán estar presentes cereales, frutas, verduras, pescado (fundamentalmente azul, que contiene grasas más saludables), carnes, huevos y lácteos. Con la llegada del calor, lo ideal es optar por platos fríos, como las ensaladas de legumbres, verduras, gazpachos y frutas variadas. Además, en vacaciones es habitual salir a comer fuera, por lo que no olvides las precauciones a la hora de elegir el menú e intenta no llenarte: así tu digestión será menos pesada. En cualquier caso, debes recordar que comer “para dos” no significa en modo alguno que haya que comer “por dos”.
  • Siempre cómoda y fresca. Cuando se espera un bebé, el calor del verano puede resultar más sofocante que nunca. Los tejidos naturales, como el algodón o el hilo, permiten que traspire mejor la piel y alivian la sensación de calor. Asimismo, es mejor llevar ropa holgada y de colores claros ya que absorben menos la radiación solar. En cuanto al calzado, las sandalias son una opción ideal, ya que no comprimen el pie.
  • Una casa fresca, fundamental. Un truco para mantener tu casa fresca, si no se dispone de aire acondicionado, es abrir las ventanas a primera hora de la mañana y, después, mantenerlas cerradas hasta el atardecer. Las duchas de agua fría o tibia son otra fórmula para aliviar la sensación de calor y sentirte mucho más fresca. Hazlo en cualquier caso, poco a poco; los cambios bruscos de temperatura no son recomendables ni en verano. Sumergir los pies en agua fría también ayudará a calmar un poco el calor de tu cuerpo.
  • Masajes para mejorar la circulación. El masaje durante el embarazo puede resultar muy beneficioso, ya que ayuda a eliminar la retención de líquidos, a relajar los músculos y a mejorar la circulación. Sea como fuere, antes de darte unos masajes, debes consultar la conveniencia de hacerlo con tu ginecólogo. Por otro lado, puede ayudar no estar mucho tiempo parada en pie, no cruzar las piernas al sentarse, elevar los pies en la cama o acostarse de lado, que ayuda a disminuir la hinchazón de las piernas.
  • Evitar viajes largos. Durante el final del embarazo es más incómodo moverse y permanecer sentada durante mucho tiempo. Por ello, es aconsejable no desplazarse a más de 500 km en automóvil o autobús. La mejor norma que puedes aplicar es seguir las señales de tu cuerpo. Si el viaje es en coche una buena pauta es no viajar a más de 5 o 6 horas seguidas en el día y es importante parar cada 2 horas para dar un pequeño paseo. Si el viaje es en avión, recuerda hacer gimnasia moviendo los pies y flexionando las rodillas, aún estando sentada, durante unos cinco o diez minutos por cada hora de vuelo.