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El Doctor Neyro interviene en el Programa «Qué me pasa doctor» de Antena 3 NOVA

El doctor Neyro tiene programadas colaboraciones entre los días 21 y 25.03.11 en el programa ¿Qué me pasa doctor? (07.30 horas cada mañana en Antena3.NOVA http://www.antena3.com/nova/programas/que-me-pasa-doctor/ ) que dirige y presenta el prestigioso médico ginecólogo, divulgador y comunicador Dr. D. Bartolomé Beltrán, hablando de Fallo Ovárcio Prematuro, Osteoporosis, Terapia Hormonal, Adherencia a los tratamientos en las enfremedades crónicas…

La osteoporosis es cuatro veces más mortal que el cáncer de mama

Las fracturas que causa la osteoporosis, una enfermedad crónica que afecta a 2,5 millones de mujeres españolas, matan cuatro veces más que el cáncer de mama.

Así lo ha señalado hoy el doctor José Luis Neyro, ginecólogo del Hospital Universitario de Cruces de Baracaldo (Vizcaya), durante la presentación del 11º Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer, en cuyo marco se va a presentar un nuevo fármaco que previene hasta un 68% las fracturas vertebrales por osteoporosis y un 40% de las de cadera.

Este fármaco, que ya ha sido aprobado por la Unión Europea, está pendiente de negociación de precio y reembolso en España por parte del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, aunque podría ponerse a la venta en las farmacias dentro de un par de meses, ha señalado el doctor Neyro.

El Denosumab es un anticuerpo monocional -el primero totalmente humano de toda la historia de la medicina- que abre una nueva vía al bloquear el mecanismo que desencadena la pérdida de masa ósea.

Durante el congreso, que se celebrará hasta el próximo viernes organizado por el Instituto Palacios, se repasarán las novedades del último año respecto a enfermedades que afectan principalmente a las mujeres.

Así, el ictus, que es la primera causa de muerte de la mujer española, será abordado en una de las jornadas del Encuentro, ha señalado el doctor Palacios, quien ha destacado que cada seis minutos se detecta un ictus en nuestro país.

Una de cada siete españolas fallece por esta afección y del total de 125.000 nuevos casos diagnosticados cada año, un tercio muere, otro los supera con secuelas y solo una de cada tres se recupera satisfactoriamente.

La depresión, que afecta al doble de mujeres que hombres, también será otro de los temas de debate, ha explicado Marina Díaz Marsá, psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Esta doctora ha señalado que la probabilidad de sufrir una depresión antes de los 80 años es también mayor en mujeres que en hombres, con una incidencia del 49,9% y del 25,8%,

FUMAR ADELANTA EN 4 Ó 5 AÑOS LA EDAD DE APARICIÓN DE LA MENOPAUSIA

Más de 450.000 mujeres en el País Vasco, más de 250.000 en Vizcaya, tienen 50 años o más, edad de aparición de la menopausia


Además, el hábito tabáquico incrementa un 250 % el riesgo de padecer cáncer de cérvix y es uno de los factores responsables de que las mujeres estén padeciendo enfermedades tradicionalmente masculinas, como el cáncer de pulmón o los eventos cardiosvasculares

El 95% de las mujeres que padece cáncer de cérvix no se había hecho nunca una citología

Ginecólogos y expertos de otras especialidades, como psiquiatras, reumatólogos, internistas y médicos de Atención Primaria del País Vasco, se reunirán en Bilbao, por octavo año consecutivo, para revisar las incidencias del diagnóstico y tratamiento de los síntomas y patologías asociadas a la menopausia

La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, realiza anualmente cursos de formación continuada en diferentes provincias españolas respondiendo a su objetivo de formar a los especialistas en salud de la mujer

Bilbao, 25 de febrero de 2011.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el número de mujeres fumadoras se triplicará en la próxima generación superando los 500 millones. Conocidas son ya las consecuencias del tabaco a la hora de incrementar el riesgo de padecer enfermedades respiratorias, cardiovasculares o cáncer, “pero además, la mujer debe saber que fumar provoca peor calidad ovocitaria, lo que a su vez redunda en peor calidad embrionaria y, por tanto, disminuye la fertilidad. Asimismo, fumar adelanta la edad de la menopausia hasta en cuatro o cinco años y motiva la disminución de estrógenos, lo que también provoca atrofia genital”, explica el doctor José Luis Neyro Bilbao, experto ginecólogo del Hospital de Cruces y Magíster en Bioética y coordinador por octavo año del Curso de Formación Continuada en Climaterio y Menopausia, que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) celebrará hoy en la capital vizcaína. Seguir leyendo FUMAR ADELANTA EN 4 Ó 5 AÑOS LA EDAD DE APARICIÓN DE LA MENOPAUSIA

8º Curso de Formación Continuada en Climaterio y Menopausia

Más de 450.000 mujeres en el País Vasco, más de 250.000 en Vizcaya, tienen 50 años o más, edad de aparición de la menopausia

LOS GINECÓLOGOS APUESTAN POR LA PREVENCIÓN Y LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LA MUJER PARA AFRONTAR EL CLIMATERIO

Ginecólogos y expertos de otras especialidades, como psiquiatras, reumatólogos, internistas y médicos de Atención Primaria del País Vasco, se reunirán en Bilbao, por octavo año consecutivo, para revisar las incidencias del diagnóstico y tratamiento de los síntomas y patologías asociadas a la menopausia

La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, realiza anualmente cursos de formación continuada en diferentes provincias españolas respondiendo a su objetivo de formar a los especialistas en salud de la mujer

Bilbao, X de febrero de 2011.- La última menstruación o regla en la vida de una mujer, denominada menopausia, supone el inicio de una nueva etapa en su vida. Y aunque no se puede saber con seguridad cuando llegará ese momento, que suele ser en torno a los 50 años, la mujer debe mantener desde su infancia unos hábitos de vida saludables para poder vivir una madurez plena. “Por este motivo, es clave aprovechar las revisiones ginecológicas periódicas que debe realizarse la mujer para hacer un seguimiento integral y multidisciplinar de su estado de salud, de manera que pueda afrontar lo mejor posible los cambios que supondrá el climaterio. Para ello, es esencial la formación continuada de todos los especialistas implicados en la salud de la mujer, y por tanto, no sólo ginecólogos, para orientar mejor las acciones en salud de este importante grupo de población que constituye la mujer menopáusica”, señala el doctor José Luis Neyro, experto ginecólogo del Hospital de Cruces y coordinador por octavo año del Curso de Formación Continuada en Climaterio y Menopausia, que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) celebrará el próximo 25 de febrero en la capital vizcaína.

Además, en la actualidad, la mayor longevidad de la población femenina ha supuesto un incremento de la morbilidad asociada con la edad y la mayor incidencia de algunas enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer, las patologías osteoarticulares y, en general, las degenerativas, como la osteoporosis. Todas ellas, patologías cuyo riesgo de padecerlas se acentúa con la llegada de la menopausia. “A esta circunstancia, se añade el hecho de que la mujer cada vez se preocupa más por su salud y bienestar. Por ello, es clave para el futuro de nuestra labor asistencial conocer las necesidades y carencias de nuestras mujeres”, incide el doctor Neyro.

A fin de profundizar en las últimas novedades terapéuticas con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer menopáusica a la vez que prevenir las enfermedades derivadas de los cambios hormonales, durante el Curso no sólo se revisará la prevención y tratamiento de la osteoporosis, sino que también se actualizarán otros temas de gran interés, como la influencia del tabaco en el climaterio, la vacunación frente al cáncer de cérvix o el embarazo y la anticoncepción a partir de los 40 años.

De esta manera, añade el doctor Rafael Sánchez Borrego, presidente de la AEEM, “este encuentro persigue el objetivo de nuestra Asociación de fomentar, desarrollar y promover el estudio del climaterio, formando a los especialistas implicados en el tratamiento de los posibles trastornos que pueden presentarse en la mujer menopáusica. Así, la AEEM viene celebrando estos encuentros hace años y celebrará próximamente otras reuniones con el mismo fin en otras ciudades como Almería o Melilla”.

El Curso, acreditado por la Comisión de Formación Continuada de las Profesiones Sanitarias, consta de diferentes sesiones teóricas en cada una de las cuales habrá también tiempo para la discusión y el debate.

Asociación Española para el Estudio de la Menopausia

La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) es una organización de profesionales, sin ánimo de lucro, destinada al Estudio del Climaterio. En la actualidad, la AEEM está formada por unos 1.000 socios de distintas especialidades como Ginecología, Reumatología, Endocrinología, Atención Primaria, Enfermería, etc. y surgió hace casi 20 años de la inquietud de una serie de médicos por el estudio de la menopausia.

El hecho de que el estudio del climaterio sea multidisciplinar conlleva que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia siga planteando la potenciación de sus grupos de trabajo, así como la creación de otros nuevos, y la colaboración con sociedades científicas de otras especialidades.

Salud sexual tras la menopausia. Algunas reflexiones.

INTRODUCCIÓN. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.

En la antigüedad, los alquimistas persiguieron algunas quimeras como la transmutación de metales corrientes en oro o la búsqueda de la piedra filosofal, con la que lograr la vida eterna. También la ciencia persigue una quimera cuando, a través de la química, pretende lograr un producto que administrado a las mujeres les despierte el apetito sexual y las haga más receptivas y voluptuosas a los requerimientos de sus parejas y de forma permanente y, lo que es más difícil aún, a través de toda la vida.

Esta búsqueda se ha incrementado con más ahínco si cabe a partir de los buenos resultados obtenidos con Sildenafilo (Viagra®) en los trastornos de erección en el hombre, lo que ahora llamamos disfunción eréctil. Recientemente se ha presentado en el Congreso Europeo de Medicina Sexual celebrado en Lyon (Francia) un producto cuyo principio activo es Flibanserina y que dicen mejora la pérdida de deseo sexual femenino. Se espera poder comercializarla en Europa para 2013, aproximadamente. Según explica John M. Thorp Jr., responsable de estos estudios, ellos fueron los primeros en evaluar una terapia que funcionara a nivel cerebral para aumentar la libido en mujeres con bajo deseo sexual. “La Flibanserina era un mal antidepresivo, sin embargo, se observó que aumentaba la libido en animales de laboratorio y seres humanos. Por ello realizamos múltiples ensayos clínicos y las mujeres de nuestros estudios que lo tomaron por un deseo sexual bajo decían sentir mejoras y experiencias sexuales satisfactorias”.

Es un fármaco que hay que consumir durante tiempo para notar sus efectos. Hasta la cuarta semana no logra superar un poco a los placebos y sólo transcurridos seis meses se hace más patente la mejoría. No se han estudiado sus efectos en la población que está más afectada: las mujeres menopáusicas. En estas condiciones, podemos esperar que será difícil lograr que las mujeres persistan en el consumo diario con efectos tan poco inmediatos.

Ambos son productos hallados por casualidad, es decir, como consecuencias no buscadas. Sildenafilo es una molécula que intentaba mejorar problemas coronarios y acabó modulando los mecanismos íntimos de la erección masculina. Flibanserina también se estudió hace tiempo como antidepresivo y asimismo falló, pero se detectó que actuaba sobre el sistema nervioso central y mejoraba aspectos psicológicos claves en la sexualidad de las mujeres.

Existe una gran diferencia entre estas dos deficiencias que perturban la sexualidad humana. La erección en el hombre es un problema hidraúlico, siempre y cuando, previamente, exista deseo y apetencia. Sildenafilo (y sus seguidores, más eficaces y seguros, Tadalafilo y Vardenafilo) no son afrodisiacos; no producen ni incrementan la apetencia sexual. Tan es así que los más beneficiados han sido los hombres jóvenes, víctimas de una lesión medular, pero que mantienen un potente deseo sexual; con todos ellos se consigue una erección casi normal. Sin embargo, se muestran poco efectivos, por otra parte, en aquellos hombres que a pesar de tener una integridad anatómica normal, carecen, por las razones que fueren, de apetencia sexual.

SALUD SEXUAL TRAS LA MENOPAUSIA.

En el llamado trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH) que afecta en nuestra sociedad a un significativo porcentaje de mujeres especialmente tras la menopausia, el problema no consiste en ninguna alteración anatómica o funcional sino en la inapetencia y aún rechazo de la actividad sexual, que condiciona (no debemos olvidarlo para no medicalizar en exceso situaciones aceptadas…) alteración o merma de la calidad de vida de la afecta. Se produce una verdadera des-erotización más o menos aguda del pensamiento femenino que las mujeres compendian con la sencilla expresión de: “no tengo ganas”. Sintetizando la cualidad de ambos problemas cabría decir que mientras la disfunción eréctil masculina se puede resumir con la frase: “querer y no poder”, en el deseo sexual hipoactivo femenino podría decirse que es un “poder y no querer”.

Un producto afrodisíaco (que por otra parte no existen) en teoría sería aquella substancia que administrada a una persona le despertara los deseos de tener actividad sexual, según su orientación sexual, y en caso de no tener con quien realizarlo, liberar la tensión sexual acumulada mediante la masturbación.

La industria farmacéutica, verdadero compendio moderno de la antigua alquimia, choca una y otra vez en la misma piedra porque probablemente no valora de forma suficiente la importancia que los factores emocionales, sentimentales, sociales y aún culturales, pueden llegar a ejercer e incluso ejercen de hecho sobre la apetencia, el desempeño y la satisfacción de la sexualidad femenina. La disfunción más frecuente en la pareja heterosexual a cualquier edad, es la discrepancia en la apetencia sexual de hombres y de mujeres y se agudiza alrededor de los 45 años en las mujeres, coincidiendo con el declinar esteroideo ovárico.

Para poder entender las razones de todo ésto es menester que recordar por donde discurre la sexualidad humana, especialmente la heterosexual matrimonial (o al menos en pareja). Partamos de la base de que toda persona nace sexuada, es decir, con pulsiones sexuales que precisa satisfacer periódicamente. La secreción hormonal gonadal proporciona el impulso y la apetencia sexual; pero luego es el cerebro el que las regula, las modera, las frena, las desvía o permite satisfacer, en función del código social y moral que rige la mente del individuo, de su voluntad y de su libertad. Todo ello es mucho más que lo instintivo, mucho más complejo que lo simplemente hormonal pues afecta a la cultura, a la educación, a la moral a veces, a lo heredado incluso.
Cada persona genera una cantidad variable de energía libidinal por la que es más o menos “fogosa”, explicándolo en términos coloquiales. Esta particularidad no tiene mucho que ver con la virilidad o la femineidad del individuo. Ambas están en relación, más bien, con la inclinación o la dirección hacia la que se orienta esa energía; sea hacia su mismo sexo o hacia el sexo contrario (ésa sería la identidad u orientación sexual). La líbido (el impulso sexual, la pulsión libidinal, en términos psicoanalíticos) procede de la esencia misma del individuo y constituye una porción más o menos grande de la energía vital del mismo. El impulso sexual no tiene una correlación directa con las tasas de hormonas sexuales en sangre. La administración exógena de hormonas sexuales, especialmente testosterona, pueden incrementar el impulso, pero lo que no logra cambiar es la orientación sexual.

En la menopausia se produce un descenso muy importante en la secreción hormonal como consecuencia del agotamiento de la actividad de ambos ovarios. También el hombre, con la edad, sufre un paulatino declinar en la producción hormonal por el testículo, aunque parece que es mucho más gradual y no comienza sino hasta más allá de los 55 años como media.

La fisiología sexual “impone” (¿siempre?, cabria preguntarse) la necesidad biológica de liberar periódicamente esa energía, con la frecuencia con que a cada cual se lo demande su organismo, para el mantenimiento de la salud física y sobre todo psíquica. En ambos sexos, pero especialmente en el hombre, este desahogo llega a constituir un hábito, una costumbre, que tiene mucho de aprendizaje. Así, cada hombre, para sentirse cómodo, precisa eyacular con una periodicidad determinada, que salvo enfermedad u otros problemas que le ocupen la mente, mantendrá casi invariablemente hasta, por lo menos, la década de los 70 años. Sin embargo la apetencia sexual de la mujer es mucho más sutil y variable porque está muy condicionada por el ciclo ovárico, su ritmicidad hipotalámicamente regulada y por la fisiología reproductiva: menstruación; ovulación; fase premenstrual (síndrome premenstrual; dismenorrea) y con el embarazo, puerperio y lactancia. Por otro lado, el paulatino agotamiento del capital folicular y su déficit en la producción de Estradiol, conllevan la aparición del síndrome climatérico (SC) que se manifiesta con intensidad muy variable de unas mujeres a otras, en la peri y posmenopausia. El 80% de las mujeres que manifiestan diferentes grados de SC, lo sufren hasta dos años antes de ocurrida su menopausia.

Todas estas circunstancias biológicas, en mayor o menor medida, producen un impacto psicológico y emocional de tal envergadura que alteran de forma muy importante la actividad sexual de la mujer a lo largo de su vida. Los condicionantes de vivir en pareja modulan, modifican o empeoran estas circunstancias por las dificultades añadidas de la propia convivencia. La historia de cada pareja, su devenir en el espacio y en el tiempo, su cultura de compartir, sus respetos y sus enfrentamientos al lo largo de su existencia común, pueden modular culturalmente todas esas modificaciones de sus propias sexualidades de forma tan importante como los cambios hormonales a los que nos referíamos.
ENERGÍA LIBIDINAL Y CLIMATERIO.

No es tan importante la cantidad de energía libidinal que genere una persona, cuanto que esa energía encuentre cauces fluidos de liberación desde sus comienzos. Un individuo vivirá tanto más crispado, obsesivo y atormentado, cuanto mayor sea la líbido que su organismo produzca y más obstáculos le ponga (le pongan) para su normal efusión. Esa energía, hasta cierto punto se puede desviar o emplear en otras actividades a través de la sublimación, utilizando de nuevo el lenguaje psicoanalítico. La líbido con la que a cada uno le ha dotado la madre naturaleza cabe liberarla de forma fisiológica, con la frecuencia con que cada cual lo necesite, con deleite, sin asco, temor o culpa. Por el contrario, se puede tratar de reprimirla, domeñarla o desviarla. Que se haga una u otra cosa, genera hábitos y pautas de conducta de capital importancia para la salud física y psíquica del individuo, lo cual redundará sin duda alguna sobre la vida social y privada del sujeto. No olvidemos que, finalmente, lo que sucede en el climaterio suele ser la consecuencia de lo que cada mujer ha vivido acerca de su salud sexual en los treinta o cuarenta años previos e incluso antes, durante su infancia y en la época del descubrimiento de su ser sexuado.

La sexualidad es impulso y es instinto, pero en el ser humano también es una forma de comunicación, una suerte de socialización de las conductas y constituye un juego, que puede llegar a hacer de él un arte, un gesto rutinario, o un acto de vileza o de oprobio. Como tal juego, precisa de afición, de entrenamiento, de recreación y de gusto. Si al sexo no se le hace lugar en la vida de un joven, cuando su personalidad está fraguando, es difícil que lo encuentre, lo disfrute y lo goce en la edad adulta.

El sexo es un juego cuyos fundamentos deberían aprenderse en la pubertad. Quien en esa etapa de la vida ha recibido mucha represión y ha ejercido sobre su cuerpo un férreo control, crece y se desarrolla poco sexuado o por el contrario, neuróticamente obsesivo del sexo. En nuestra cultura (en prácticamente todas, seguramente), es bien sabido que la represión sexual se ha ejercido con más intensidad sobre la mujer. Por ello, en nuestro medio, la mujer es menos proclive que el hombre a resolver su tensión sexual mediante la masturbación. El desinterés por el sexo inculcado a la mujer, junto a la gran ignorancia sobre el funcionamiento de su propio cuerpo, origina múltiples problemas en su vida adulta y en sus relaciones sexuales de pareja. Son muchas todavía las mujeres que acceden al matrimonio siguiendo una “ley de vida”, sin que el sexo tenga para ellas el más mínimo atractivo, si acaso, como trámite imprescindible para engendrar. La mayoría de las mujeres, al menos hasta hace bien pocos años, se sienten desde bien jóvenes, acosadas y desbordadas por la apetencia sexual de sus parejas y por la imperiosa y obsesiva necesidad de los hombres de penetrar, frotar y eyacular. Afortunadamente, esa situación es cambiante en función de los cambios culturales que la sociedad en democracia produce también en los individuos y en sus relaciones sociales.
Cada vez son menos las mujeres que acepten sin protestar el llamado “débito conyugal”. Pero muchos ginecólogos declaran haber observado en sus consultas muchas mujeres que estaban muy orgullosas de no haberse negado nunca a complacer los requerimientos sexuales de sus maridos.

Muchas personas relacionan la actividad sexual exclusivamente con la juventud, de modo que ejercida o realizada después de determinada edad, adquiere una denostada connotación de actividad viciosa, insana y aún peligrosa para la salud. Para ellas, existiría una verdadera “jubilación sexual” una vez acontecida, por ejemplo, la menopausia. A ello contribuye a veces, la incomprensión, distanciamiento, cuando no crítica, sobre la supuesta actividad sexual de los abuelos por parte de sus nietos o, lo que es aún peor, por parte incluso de los hijos. La mayoría de los hombres aspiran a practicar el sexo lo más posible y casi todos se conformarían con poder hacerlo “ad libitum” por lo menos hasta los 65 años. Sin embargo las mujeres, salvo las entusiastas del sexo -que son las menos- estiman una buena edad para retirarse de esos menesteres, cuando llegan a la menopausia. Esa actitud, lejos de natural o de conveniente, es origen a veces en exclusiva de muchas disfunciones eréctiles masculinas que tiene su origen en el abandono progresivo de la actividad amatoria a partir de ese acontecimiento.

El sexo, como actividad física y psíquica que es, cabe desde no realizarla nunca, hasta practicarlo periódicamente o con frecuencia, con sosiego o con apasionamiento y violencia. No tiene una edad de comienzo ni de final. Nos acompaña toda la vida, pues nacemos y nos desarrollamos indefectiblemente sexuados; otra cosa es que se le preste toda la atención que merece. Su uso, goce y disfrute no dependen tanto de la edad o del estado físico general de la persona, sino de la relevancia que haya tenido en la vida del sujeto y de la sensación global que de él guarde. Es primordial que se tenga al lado la persona que motive, estimule y provoque. Lo cierto es que “cuanto menos se hace, menos apetece”. Los achaques, las enfermedades crónicas y sus tratamientos médicos, las intervenciones quirúrgicas, la yatrogenia a veces son en muchas ocasiones determinantes en la interrupción de una actividad sexual rítmica y satisfactoria que después, frecuentemente, ya no se recupera. Sólo el gusto, la afición y el reconocimiento de los beneficios que reporta a la persona y a la pareja, permiten buscarlo y satisfacerlo, superando todo tipo de obstáculos y dificultades.

Hombres y mujeres tienen en general un concepto y una vivencia del sexo absolutamente dispares, si no contrapuestos: en el hombre predomina la genitalidad; en la mujer la emoción y el sentimiento. En el hombre prima el sentido de la vista, en la mujer el oído. El sexo para el hombre puede (suele) convertirse en una rutina, para la mujer es un acontecimiento, salvo que en su rol de esposa, contemple como lo más natural el “débito conyugal”. Así, siendo el coito un acto sexual / reproductor, la mayoría de los hombres hacen de él, el acto sexual por excelencia, no contemplando otras alternativas, con lo cual los problemas de erección en el hombre y de coitalgia en la mujer adquieren tanta trascendencia a partir de los 50 años. Se ha afirmado que los genitales femeninos no son un instrumento de percusión, sino de cuerda; así, son más receptivos a la caricia suave que al aporreamiento inmisericorde, por más que la pornografía para consumo masculino así lo presente.

DISFUNCIÓN SEXUAL PERICLIMATÉRICA.

Se ha mencionado que la disfunción más frecuente en la pareja heterosexual, a cualquier edad, es la discrepancia en la apetencia sexual de hombres y de mujeres, y se agudiza en la cuarta década de la vida de la mujer. Esto produce un tremendo desconcierto en muchos hombres, con buena relación de pareja, que se sienten atraídos y estimulados por sus mujeres, que no quieren buscar fuera de casa la satisfacción a sus necesidades, pero que se ven demasiadas veces rechazados o esquivados. Muchas mujeres dicen prestarse periódicamente a realizar el acto sexual “por pena” o “por lástima”. Los hombres quieren que ellas participen con entusiasmo y eso sí que ya “es pedir demasiado”, según algunas. Hay mujeres que se defienden diciendo que desearían sentirse seducidas, cada vez. A lo que los hombres responden que el sexo así se convierte en la consecución de un logro, por el esfuerzo requerido y lo magro de los resultados: el orgasmo dura apenas unos segundos y frecuentemente ni se comparte con la compañera que cedió al deseo masculino sin otra participación.

Sea como fuere que se considere es preciso recordar que, afortunadamente, la Naturaleza nos ha hecho autosuficientes, sexualmente hablando: sólo hay que necesitarlo, darse permiso, soltar la imaginación y disfrutarlo. Nadie tendría que sentir incomodidad, sentirse incómodamente “salido” o irritable, sin necesidad de tener que mendigar, pagar o exponerse a mayores complicaciones. Como bien dice el refrán castellano: “Comer y rascar, todo es empezar”.

De todas maneras, es un hecho que la sexualidad femenina es muy compleja, con más resortes que un telar, por lo que es altamente improbable que los nuevos alquimistas farmacéuticos encuentren o diseñen alguna vez ese producto mágico que ponga a una mujer como joven excitada, independientemente de su realidad y de su circunstancia vital. Pensamos así que el único afrodisíaco que funciona en la mujer, hoy por hoy, es el AMOR. Profesionalmente todos hemos tenido la oportunidad de ver los “milagrosos” efectos del amor sobre órganos “secos y atrofiados” por la falta de estrógenos o, simplemente, por la falta de uso.

Ahora, tras la lectura de estas reflexiones, solo queda continuar disfrutando…de una sexualidad liberada y liberadora.

El doctor Neyro en Radio Euskadi

Una segunda opinión

Radio – Radio Euskadi – Graffiti

  • Duración: 21:53

El doctor Ricardo Franco ha invitado a nuestro espacio de salud al Doctor José Luis Neyro, para charlar sobre los retos ginecológicos que tiene que afrontar el año 2011.  En el programa se habla del 8º curso de Formación Continuada en Menopausia y Climaterio de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), sección de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y de consejos útiles de salud.