El ginecólogo de cruces José Luis Neyro defiende el parto hospitalario aunque reconoce algunos excesos.
BILBAO. El año pasado Sanidad tachó de «excesivo» el número de cesáreas en los hospitales privados. Y es que entre el 35 y el 40% de los partos en las clínicas privadas son por cesárea, mientras que los hospitales estatales rondan entre el 20 y el 26%, casi la mitad. En el caso del hospital vizcaino de Cruces, su servicio de Obstetricia «se desmarca del protocolo del Estado», practicando uno de cada diez partos mediante cesárea. Por ello, el ginecólogo José Luis Neyro no resulta representativo de los acérrimos enemigos del parto natural. En su opinión, «el 50% de las cesáreas realizadas en la mayoría de los centros estatales son evitables», afirma. Con todo, Neyro matiza mucho al hablar de partos naturales. Él prefiere el término «parto respetuoso», que es el que dice que siempre practica. Así, Neyro cree que la paciente es soberana y, que si no quiere, no se le aplica la epidural, por ejemplo.
«Mientras todo vaya bien, yo sólo estoy ahí para vigilar, para controlar el parto; señora, es usted quien lo dirige. Es una situación fisiológica, no una enfermedad», describe. Ahora bien, «si hay algo anormal, escúcheme», añade Neyro, quien admite propuestas como que la cuñada acompañe en el parto a la paciente o ésta quiera adoptar otra postura, aunque «si son técnicamente descabelladas, no puede imponer una atención técnica». Neyro ejemplifica la necesidad de usar unos fórceps si el bebé puede sufrir un daño cerebral. En cuanto al parto natural, a este ginecólogo no le gusta el término. «Quien lo emplea habla desde la ignorancia», opina. «Es absurdo pontificar tras una mala experiencia: hay mujeres que piden la epidural ya en el octavo mes. Cada caso es distinto», entiende, recordando el 45% de cesáreas en Brasil «para no alterar el periné».
Aunque piensa que las numerosas cesáreas no rebajan la mortalidad perinatal, Neyro argumenta que «ningún hospital tiene cero», pues se da una constante de 4 ó 4,5 muertes por cada mil nacimientos originadas más «por el anteparto que por el parto». «En todos los partos se da una constante: se quiere la máxima seguridad, mínimos riesgos y la más absoluta independencia a la vez». Por ello, dice, los ginecólogos se ven «atados de pies y manos», y admite que muchos de sus colegas, bajo esta presión, optan por la cesárea como una garantía de seguridad.
C.M. DEIA