Todas las entradas de: Doctor Neyro

La Terapia con estrógenos solos (TE) reduce la incidencia de cáncer de mama

El brazo terapéutico con «estrógenos solos» del Women’s Health Initiative evidencia una menor incidencia de cáncer de mama que el grupo que recibió placebo.

Un abstract (resumen de una comunicación cioentífica a un congreso) presentado en el San Antonio Breast Cancer Symposium revela que el uso sin oposición de estrógenos conjugados (estrógenos solos) en mujeres posmenopáusicas reduce la incidencia del cáncer de mama (concretamente, la referencia bibliográfica es Ragaz J, et al. Dual estrogen effects on breast cancer: endogenous estrogen stimulates, exogenous estrogen protects. Further investigation of estrogen chemoprevention is warranted) Presentado en The 33rd Annual San Antonio Breast Cancer Symposium; Dec. 8-12, 2010; San Antonio (Texas, US), abstract number 1410.
Mientras que los estrógenos endógenos (es decir, estrógenos producidos por los ovarios y otros tejidos) tienen un conocido efecto como promotor carcinógeno, la terapia hormonal (TH) utilizando estrógenos solos (estrógenos exógenos) proporciona un efecto protector reduciendo el riesgo del cáncer de mama, de acuerdo con resultados del estudio WHI presentado en la 33ª Anual CTRC-AACR San Antonio Breast Cancer Symposium, celebrada los días 8-12 de Diciembre.

«Al contrario de lo que se pensaba, los datos muestran que para mujeres seleccionadas, la terapia hormonal con estrógenos solos no sólo es segura, sino potencialmente beneficiosa para el cáncer de mama, así como por muchos otros aspectos de la salud de la mujer”, comentó el investigador Joseph Ragaz, MD, médico oncólogo y profesor clínico de la Facultad de Medicina, School of Population and Public Health de la University of British Columbia, Vancouver, BC, Canada.

Estos datos ponen en perspectiva de los médicos y de las mujeres el papel de los estrógenos en el cáncer de mama. Los datos, que se basan en un nuevo análisis del WHI (Women’s Health Initiative), indican que existe un subgrupo de mujeres histerectomizadas, ésto es sin útero, que no tienen un mayor riesgo o incidencia de cáncer de mama durante el uso de estrógenos conjugados para los síntomas menopáusicos. Encontraron que las mujeres sin historia previa de enfermedad benigna mamaria tenían un 43% de reducción del riesgo de cáncer de mama con estrógenos (HR = 0,57; IC 95%, 0,51-0,78), las mujeres sin antecedentes familiares con un pariente de primer grado con cáncer de mama tenían una reducción del riesgo del 32% (HR = 0,68; IC 95%, 0.50-0.92) y las mujeres sin uso previo de hormonas tenían un 35% de disminución del riesgo (HR = 0,65; IC 95%, 0,46-0,92). Globalmente, las más de 10.000 participantes tuvieron una reducción del 20% en el riesgo de cáncer de mama, una reducción que se acercó a la significación estadística.

Hay mujeres que no tienen factores de riesgo de cáncer de mama y que no incrementan su riesgo de cáncer de mama por el uso de la terapia con estrógenos sin oposición. El reciente re-análisis de los datos del WHI es tranquilizador para las mujeres y los médicos ya que informa de que las mujeres con bajo riesgo de cáncer de mama no aumentan la incidencia de cáncer de mama durante el uso de terapia con solo estrógenos conjugados.

Los llamados factores de riesgo y la incidencia de cáncer de mama son importantes para decidir quién puede o no usar la terapia hormonal. Los factores de riesgo son utilizados para prescribir el uso de muchos medicamentos. La relación riesgo-beneficio para las mujeres que son candidatas para la terapia hormonal es sólo uno de ellos. Algunos factores de riesgo para el cáncer de mama son bien conocidos e incluyen un historial de cáncer de mama en un pariente de primer o segundo grado (madre o hermana, tía o abuela paterna), especialmente si existe evidencia de mutaciones BRCA-1/2, una mayor densidad mamográfica, radioterapia torácica, obesidad, consumo de alcohol e inactividad física. Los factores que reducen el riesgo de la mujer de cáncer de mama también se incluyen en la toma de decisiones; una edad temprana en el primer embarazo a término, la lactancia materna a largo plazo, el ejercicio y no tener antecedentes de enfermedad fibroquística mamaria se asocian con un riesgo reducido de cáncer de mama.

Estos hallazgos apoyan el posicionamiento de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) en que cualquier decisión sobre el uso de la terapia hormonal se base en una evaluación de los riesgos y beneficios individuales. Este web ha venido defendiendo hace ya muchos años esa posición de individualización de los riesgos en base a análisis personalizados. Estos son diferentes para cada mujer, por lo que la decisión sobre el uso de hormonas se debe tomar después de evaluar los riesgos y beneficios, y las discusiones posteriores entre una mujer y su médico.

Publicaciones previas del WHI indicaron un aumento en la incidencia de cáncer de mama en mujeres con útero intacto que utilizaron terapia E+P. De hecho, se atribuyó a la drástica caída en el uso de terapia hormonal posmenopáusica la sustancial disminución de la incidencia del cáncer de mama en algunos países (aunque no en todos). Tampoco se tuvo en cuenta en ese análisis que a muchos centenares de miles de mujeres a las que se retiró la THS por ese motivo, al tiempo se les empezó a tratar con SERM (moduladores selectivos de los recpetores de esstrógenos) como Raloxifeno (en España, Evista u Optruma), que ya se ha sdemostrado que reducen drásticamente el riesgo de sufrir cáncer de mama.

Por otro lado, otros datos indican que el uso de estrógenos solos, especialmente si se inicia en mujeres histerectomizadas menores de 60 años, puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de mama. Esta conclusión, si bien extremadamente publicitaria, debe servir para que se intensifique la investigación en el nuevo papel de los estrógenos (exógenos, no los propios de cada mujer…)como un agente protector frente al cáncer de mama.

8º Curso de Formación Continuada en Climaterio y Menopausia

Más de 450.000 mujeres en el País Vasco, más de 250.000 en Vizcaya, tienen 50 años o más, edad de aparición de la menopausia

LOS GINECÓLOGOS APUESTAN POR LA PREVENCIÓN Y LA ATENCIÓN INTEGRAL DE LA MUJER PARA AFRONTAR EL CLIMATERIO

Ginecólogos y expertos de otras especialidades, como psiquiatras, reumatólogos, internistas y médicos de Atención Primaria del País Vasco, se reunirán en Bilbao, por octavo año consecutivo, para revisar las incidencias del diagnóstico y tratamiento de los síntomas y patologías asociadas a la menopausia

La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, realiza anualmente cursos de formación continuada en diferentes provincias españolas respondiendo a su objetivo de formar a los especialistas en salud de la mujer

Bilbao, X de febrero de 2011.- La última menstruación o regla en la vida de una mujer, denominada menopausia, supone el inicio de una nueva etapa en su vida. Y aunque no se puede saber con seguridad cuando llegará ese momento, que suele ser en torno a los 50 años, la mujer debe mantener desde su infancia unos hábitos de vida saludables para poder vivir una madurez plena. “Por este motivo, es clave aprovechar las revisiones ginecológicas periódicas que debe realizarse la mujer para hacer un seguimiento integral y multidisciplinar de su estado de salud, de manera que pueda afrontar lo mejor posible los cambios que supondrá el climaterio. Para ello, es esencial la formación continuada de todos los especialistas implicados en la salud de la mujer, y por tanto, no sólo ginecólogos, para orientar mejor las acciones en salud de este importante grupo de población que constituye la mujer menopáusica”, señala el doctor José Luis Neyro, experto ginecólogo del Hospital de Cruces y coordinador por octavo año del Curso de Formación Continuada en Climaterio y Menopausia, que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) celebrará el próximo 25 de febrero en la capital vizcaína.

Además, en la actualidad, la mayor longevidad de la población femenina ha supuesto un incremento de la morbilidad asociada con la edad y la mayor incidencia de algunas enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer, las patologías osteoarticulares y, en general, las degenerativas, como la osteoporosis. Todas ellas, patologías cuyo riesgo de padecerlas se acentúa con la llegada de la menopausia. “A esta circunstancia, se añade el hecho de que la mujer cada vez se preocupa más por su salud y bienestar. Por ello, es clave para el futuro de nuestra labor asistencial conocer las necesidades y carencias de nuestras mujeres”, incide el doctor Neyro.

A fin de profundizar en las últimas novedades terapéuticas con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer menopáusica a la vez que prevenir las enfermedades derivadas de los cambios hormonales, durante el Curso no sólo se revisará la prevención y tratamiento de la osteoporosis, sino que también se actualizarán otros temas de gran interés, como la influencia del tabaco en el climaterio, la vacunación frente al cáncer de cérvix o el embarazo y la anticoncepción a partir de los 40 años.

De esta manera, añade el doctor Rafael Sánchez Borrego, presidente de la AEEM, “este encuentro persigue el objetivo de nuestra Asociación de fomentar, desarrollar y promover el estudio del climaterio, formando a los especialistas implicados en el tratamiento de los posibles trastornos que pueden presentarse en la mujer menopáusica. Así, la AEEM viene celebrando estos encuentros hace años y celebrará próximamente otras reuniones con el mismo fin en otras ciudades como Almería o Melilla”.

El Curso, acreditado por la Comisión de Formación Continuada de las Profesiones Sanitarias, consta de diferentes sesiones teóricas en cada una de las cuales habrá también tiempo para la discusión y el debate.

Asociación Española para el Estudio de la Menopausia

La Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) es una organización de profesionales, sin ánimo de lucro, destinada al Estudio del Climaterio. En la actualidad, la AEEM está formada por unos 1.000 socios de distintas especialidades como Ginecología, Reumatología, Endocrinología, Atención Primaria, Enfermería, etc. y surgió hace casi 20 años de la inquietud de una serie de médicos por el estudio de la menopausia.

El hecho de que el estudio del climaterio sea multidisciplinar conlleva que la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia siga planteando la potenciación de sus grupos de trabajo, así como la creación de otros nuevos, y la colaboración con sociedades científicas de otras especialidades.

Cáncer de Mama, factores de riesgo y cómo evitarlos

Hoy de lo que estamos hablando es de la actitud en biología de los cánceres, qué se relacionan diferentes hechos para tratar de llegar al descubrimiento de cuáles son aquellas circunstancias que predisponen a determinadas enfermedades. qué es un poco gordita, que tiene mucha grasa extra

y que tuvo su primer hijo relativamente tarde y que tiene son familiares en primer grado de consanguinidad,su madre,su hermana,con un cáncer de mama.

Pero esto son sólo factores de riesgo en realidad nosotros sabemos que el cáncer de mama se relaciona con un nivel interno relativamente elevado de hormonas sexuales femeninas de estrógenos.

Es decir, el cáncer de mama en general es un cáncer se da más en aquellas mujeres que tienen un nivel más elevado de hormonas y desde ese punto de vista las mujeres gorditas en general que tienen más grasa y aquellas mujeres que han tenido su primera regla muy temprano y su última regla muy tarde son las candidatas ideales a tener cáncer de mama.
En en teoría a partir de los 50 se recomienda hacerse una mamografía , no hay ningún método mejor para diagnosticar el cáncer de mama.

Salud sexual tras la menopausia. Algunas reflexiones.

INTRODUCCIÓN. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.

En la antigüedad, los alquimistas persiguieron algunas quimeras como la transmutación de metales corrientes en oro o la búsqueda de la piedra filosofal, con la que lograr la vida eterna. También la ciencia persigue una quimera cuando, a través de la química, pretende lograr un producto que administrado a las mujeres les despierte el apetito sexual y las haga más receptivas y voluptuosas a los requerimientos de sus parejas y de forma permanente y, lo que es más difícil aún, a través de toda la vida.

Esta búsqueda se ha incrementado con más ahínco si cabe a partir de los buenos resultados obtenidos con Sildenafilo (Viagra®) en los trastornos de erección en el hombre, lo que ahora llamamos disfunción eréctil. Recientemente se ha presentado en el Congreso Europeo de Medicina Sexual celebrado en Lyon (Francia) un producto cuyo principio activo es Flibanserina y que dicen mejora la pérdida de deseo sexual femenino. Se espera poder comercializarla en Europa para 2013, aproximadamente. Según explica John M. Thorp Jr., responsable de estos estudios, ellos fueron los primeros en evaluar una terapia que funcionara a nivel cerebral para aumentar la libido en mujeres con bajo deseo sexual. “La Flibanserina era un mal antidepresivo, sin embargo, se observó que aumentaba la libido en animales de laboratorio y seres humanos. Por ello realizamos múltiples ensayos clínicos y las mujeres de nuestros estudios que lo tomaron por un deseo sexual bajo decían sentir mejoras y experiencias sexuales satisfactorias”.

Es un fármaco que hay que consumir durante tiempo para notar sus efectos. Hasta la cuarta semana no logra superar un poco a los placebos y sólo transcurridos seis meses se hace más patente la mejoría. No se han estudiado sus efectos en la población que está más afectada: las mujeres menopáusicas. En estas condiciones, podemos esperar que será difícil lograr que las mujeres persistan en el consumo diario con efectos tan poco inmediatos.

Ambos son productos hallados por casualidad, es decir, como consecuencias no buscadas. Sildenafilo es una molécula que intentaba mejorar problemas coronarios y acabó modulando los mecanismos íntimos de la erección masculina. Flibanserina también se estudió hace tiempo como antidepresivo y asimismo falló, pero se detectó que actuaba sobre el sistema nervioso central y mejoraba aspectos psicológicos claves en la sexualidad de las mujeres.

Existe una gran diferencia entre estas dos deficiencias que perturban la sexualidad humana. La erección en el hombre es un problema hidraúlico, siempre y cuando, previamente, exista deseo y apetencia. Sildenafilo (y sus seguidores, más eficaces y seguros, Tadalafilo y Vardenafilo) no son afrodisiacos; no producen ni incrementan la apetencia sexual. Tan es así que los más beneficiados han sido los hombres jóvenes, víctimas de una lesión medular, pero que mantienen un potente deseo sexual; con todos ellos se consigue una erección casi normal. Sin embargo, se muestran poco efectivos, por otra parte, en aquellos hombres que a pesar de tener una integridad anatómica normal, carecen, por las razones que fueren, de apetencia sexual.

SALUD SEXUAL TRAS LA MENOPAUSIA.

En el llamado trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH) que afecta en nuestra sociedad a un significativo porcentaje de mujeres especialmente tras la menopausia, el problema no consiste en ninguna alteración anatómica o funcional sino en la inapetencia y aún rechazo de la actividad sexual, que condiciona (no debemos olvidarlo para no medicalizar en exceso situaciones aceptadas…) alteración o merma de la calidad de vida de la afecta. Se produce una verdadera des-erotización más o menos aguda del pensamiento femenino que las mujeres compendian con la sencilla expresión de: “no tengo ganas”. Sintetizando la cualidad de ambos problemas cabría decir que mientras la disfunción eréctil masculina se puede resumir con la frase: “querer y no poder”, en el deseo sexual hipoactivo femenino podría decirse que es un “poder y no querer”.

Un producto afrodisíaco (que por otra parte no existen) en teoría sería aquella substancia que administrada a una persona le despertara los deseos de tener actividad sexual, según su orientación sexual, y en caso de no tener con quien realizarlo, liberar la tensión sexual acumulada mediante la masturbación.

La industria farmacéutica, verdadero compendio moderno de la antigua alquimia, choca una y otra vez en la misma piedra porque probablemente no valora de forma suficiente la importancia que los factores emocionales, sentimentales, sociales y aún culturales, pueden llegar a ejercer e incluso ejercen de hecho sobre la apetencia, el desempeño y la satisfacción de la sexualidad femenina. La disfunción más frecuente en la pareja heterosexual a cualquier edad, es la discrepancia en la apetencia sexual de hombres y de mujeres y se agudiza alrededor de los 45 años en las mujeres, coincidiendo con el declinar esteroideo ovárico.

Para poder entender las razones de todo ésto es menester que recordar por donde discurre la sexualidad humana, especialmente la heterosexual matrimonial (o al menos en pareja). Partamos de la base de que toda persona nace sexuada, es decir, con pulsiones sexuales que precisa satisfacer periódicamente. La secreción hormonal gonadal proporciona el impulso y la apetencia sexual; pero luego es el cerebro el que las regula, las modera, las frena, las desvía o permite satisfacer, en función del código social y moral que rige la mente del individuo, de su voluntad y de su libertad. Todo ello es mucho más que lo instintivo, mucho más complejo que lo simplemente hormonal pues afecta a la cultura, a la educación, a la moral a veces, a lo heredado incluso.
Cada persona genera una cantidad variable de energía libidinal por la que es más o menos “fogosa”, explicándolo en términos coloquiales. Esta particularidad no tiene mucho que ver con la virilidad o la femineidad del individuo. Ambas están en relación, más bien, con la inclinación o la dirección hacia la que se orienta esa energía; sea hacia su mismo sexo o hacia el sexo contrario (ésa sería la identidad u orientación sexual). La líbido (el impulso sexual, la pulsión libidinal, en términos psicoanalíticos) procede de la esencia misma del individuo y constituye una porción más o menos grande de la energía vital del mismo. El impulso sexual no tiene una correlación directa con las tasas de hormonas sexuales en sangre. La administración exógena de hormonas sexuales, especialmente testosterona, pueden incrementar el impulso, pero lo que no logra cambiar es la orientación sexual.

En la menopausia se produce un descenso muy importante en la secreción hormonal como consecuencia del agotamiento de la actividad de ambos ovarios. También el hombre, con la edad, sufre un paulatino declinar en la producción hormonal por el testículo, aunque parece que es mucho más gradual y no comienza sino hasta más allá de los 55 años como media.

La fisiología sexual “impone” (¿siempre?, cabria preguntarse) la necesidad biológica de liberar periódicamente esa energía, con la frecuencia con que a cada cual se lo demande su organismo, para el mantenimiento de la salud física y sobre todo psíquica. En ambos sexos, pero especialmente en el hombre, este desahogo llega a constituir un hábito, una costumbre, que tiene mucho de aprendizaje. Así, cada hombre, para sentirse cómodo, precisa eyacular con una periodicidad determinada, que salvo enfermedad u otros problemas que le ocupen la mente, mantendrá casi invariablemente hasta, por lo menos, la década de los 70 años. Sin embargo la apetencia sexual de la mujer es mucho más sutil y variable porque está muy condicionada por el ciclo ovárico, su ritmicidad hipotalámicamente regulada y por la fisiología reproductiva: menstruación; ovulación; fase premenstrual (síndrome premenstrual; dismenorrea) y con el embarazo, puerperio y lactancia. Por otro lado, el paulatino agotamiento del capital folicular y su déficit en la producción de Estradiol, conllevan la aparición del síndrome climatérico (SC) que se manifiesta con intensidad muy variable de unas mujeres a otras, en la peri y posmenopausia. El 80% de las mujeres que manifiestan diferentes grados de SC, lo sufren hasta dos años antes de ocurrida su menopausia.

Todas estas circunstancias biológicas, en mayor o menor medida, producen un impacto psicológico y emocional de tal envergadura que alteran de forma muy importante la actividad sexual de la mujer a lo largo de su vida. Los condicionantes de vivir en pareja modulan, modifican o empeoran estas circunstancias por las dificultades añadidas de la propia convivencia. La historia de cada pareja, su devenir en el espacio y en el tiempo, su cultura de compartir, sus respetos y sus enfrentamientos al lo largo de su existencia común, pueden modular culturalmente todas esas modificaciones de sus propias sexualidades de forma tan importante como los cambios hormonales a los que nos referíamos.
ENERGÍA LIBIDINAL Y CLIMATERIO.

No es tan importante la cantidad de energía libidinal que genere una persona, cuanto que esa energía encuentre cauces fluidos de liberación desde sus comienzos. Un individuo vivirá tanto más crispado, obsesivo y atormentado, cuanto mayor sea la líbido que su organismo produzca y más obstáculos le ponga (le pongan) para su normal efusión. Esa energía, hasta cierto punto se puede desviar o emplear en otras actividades a través de la sublimación, utilizando de nuevo el lenguaje psicoanalítico. La líbido con la que a cada uno le ha dotado la madre naturaleza cabe liberarla de forma fisiológica, con la frecuencia con que cada cual lo necesite, con deleite, sin asco, temor o culpa. Por el contrario, se puede tratar de reprimirla, domeñarla o desviarla. Que se haga una u otra cosa, genera hábitos y pautas de conducta de capital importancia para la salud física y psíquica del individuo, lo cual redundará sin duda alguna sobre la vida social y privada del sujeto. No olvidemos que, finalmente, lo que sucede en el climaterio suele ser la consecuencia de lo que cada mujer ha vivido acerca de su salud sexual en los treinta o cuarenta años previos e incluso antes, durante su infancia y en la época del descubrimiento de su ser sexuado.

La sexualidad es impulso y es instinto, pero en el ser humano también es una forma de comunicación, una suerte de socialización de las conductas y constituye un juego, que puede llegar a hacer de él un arte, un gesto rutinario, o un acto de vileza o de oprobio. Como tal juego, precisa de afición, de entrenamiento, de recreación y de gusto. Si al sexo no se le hace lugar en la vida de un joven, cuando su personalidad está fraguando, es difícil que lo encuentre, lo disfrute y lo goce en la edad adulta.

El sexo es un juego cuyos fundamentos deberían aprenderse en la pubertad. Quien en esa etapa de la vida ha recibido mucha represión y ha ejercido sobre su cuerpo un férreo control, crece y se desarrolla poco sexuado o por el contrario, neuróticamente obsesivo del sexo. En nuestra cultura (en prácticamente todas, seguramente), es bien sabido que la represión sexual se ha ejercido con más intensidad sobre la mujer. Por ello, en nuestro medio, la mujer es menos proclive que el hombre a resolver su tensión sexual mediante la masturbación. El desinterés por el sexo inculcado a la mujer, junto a la gran ignorancia sobre el funcionamiento de su propio cuerpo, origina múltiples problemas en su vida adulta y en sus relaciones sexuales de pareja. Son muchas todavía las mujeres que acceden al matrimonio siguiendo una “ley de vida”, sin que el sexo tenga para ellas el más mínimo atractivo, si acaso, como trámite imprescindible para engendrar. La mayoría de las mujeres, al menos hasta hace bien pocos años, se sienten desde bien jóvenes, acosadas y desbordadas por la apetencia sexual de sus parejas y por la imperiosa y obsesiva necesidad de los hombres de penetrar, frotar y eyacular. Afortunadamente, esa situación es cambiante en función de los cambios culturales que la sociedad en democracia produce también en los individuos y en sus relaciones sociales.
Cada vez son menos las mujeres que acepten sin protestar el llamado “débito conyugal”. Pero muchos ginecólogos declaran haber observado en sus consultas muchas mujeres que estaban muy orgullosas de no haberse negado nunca a complacer los requerimientos sexuales de sus maridos.

Muchas personas relacionan la actividad sexual exclusivamente con la juventud, de modo que ejercida o realizada después de determinada edad, adquiere una denostada connotación de actividad viciosa, insana y aún peligrosa para la salud. Para ellas, existiría una verdadera “jubilación sexual” una vez acontecida, por ejemplo, la menopausia. A ello contribuye a veces, la incomprensión, distanciamiento, cuando no crítica, sobre la supuesta actividad sexual de los abuelos por parte de sus nietos o, lo que es aún peor, por parte incluso de los hijos. La mayoría de los hombres aspiran a practicar el sexo lo más posible y casi todos se conformarían con poder hacerlo “ad libitum” por lo menos hasta los 65 años. Sin embargo las mujeres, salvo las entusiastas del sexo -que son las menos- estiman una buena edad para retirarse de esos menesteres, cuando llegan a la menopausia. Esa actitud, lejos de natural o de conveniente, es origen a veces en exclusiva de muchas disfunciones eréctiles masculinas que tiene su origen en el abandono progresivo de la actividad amatoria a partir de ese acontecimiento.

El sexo, como actividad física y psíquica que es, cabe desde no realizarla nunca, hasta practicarlo periódicamente o con frecuencia, con sosiego o con apasionamiento y violencia. No tiene una edad de comienzo ni de final. Nos acompaña toda la vida, pues nacemos y nos desarrollamos indefectiblemente sexuados; otra cosa es que se le preste toda la atención que merece. Su uso, goce y disfrute no dependen tanto de la edad o del estado físico general de la persona, sino de la relevancia que haya tenido en la vida del sujeto y de la sensación global que de él guarde. Es primordial que se tenga al lado la persona que motive, estimule y provoque. Lo cierto es que “cuanto menos se hace, menos apetece”. Los achaques, las enfermedades crónicas y sus tratamientos médicos, las intervenciones quirúrgicas, la yatrogenia a veces son en muchas ocasiones determinantes en la interrupción de una actividad sexual rítmica y satisfactoria que después, frecuentemente, ya no se recupera. Sólo el gusto, la afición y el reconocimiento de los beneficios que reporta a la persona y a la pareja, permiten buscarlo y satisfacerlo, superando todo tipo de obstáculos y dificultades.

Hombres y mujeres tienen en general un concepto y una vivencia del sexo absolutamente dispares, si no contrapuestos: en el hombre predomina la genitalidad; en la mujer la emoción y el sentimiento. En el hombre prima el sentido de la vista, en la mujer el oído. El sexo para el hombre puede (suele) convertirse en una rutina, para la mujer es un acontecimiento, salvo que en su rol de esposa, contemple como lo más natural el “débito conyugal”. Así, siendo el coito un acto sexual / reproductor, la mayoría de los hombres hacen de él, el acto sexual por excelencia, no contemplando otras alternativas, con lo cual los problemas de erección en el hombre y de coitalgia en la mujer adquieren tanta trascendencia a partir de los 50 años. Se ha afirmado que los genitales femeninos no son un instrumento de percusión, sino de cuerda; así, son más receptivos a la caricia suave que al aporreamiento inmisericorde, por más que la pornografía para consumo masculino así lo presente.

DISFUNCIÓN SEXUAL PERICLIMATÉRICA.

Se ha mencionado que la disfunción más frecuente en la pareja heterosexual, a cualquier edad, es la discrepancia en la apetencia sexual de hombres y de mujeres, y se agudiza en la cuarta década de la vida de la mujer. Esto produce un tremendo desconcierto en muchos hombres, con buena relación de pareja, que se sienten atraídos y estimulados por sus mujeres, que no quieren buscar fuera de casa la satisfacción a sus necesidades, pero que se ven demasiadas veces rechazados o esquivados. Muchas mujeres dicen prestarse periódicamente a realizar el acto sexual “por pena” o “por lástima”. Los hombres quieren que ellas participen con entusiasmo y eso sí que ya “es pedir demasiado”, según algunas. Hay mujeres que se defienden diciendo que desearían sentirse seducidas, cada vez. A lo que los hombres responden que el sexo así se convierte en la consecución de un logro, por el esfuerzo requerido y lo magro de los resultados: el orgasmo dura apenas unos segundos y frecuentemente ni se comparte con la compañera que cedió al deseo masculino sin otra participación.

Sea como fuere que se considere es preciso recordar que, afortunadamente, la Naturaleza nos ha hecho autosuficientes, sexualmente hablando: sólo hay que necesitarlo, darse permiso, soltar la imaginación y disfrutarlo. Nadie tendría que sentir incomodidad, sentirse incómodamente “salido” o irritable, sin necesidad de tener que mendigar, pagar o exponerse a mayores complicaciones. Como bien dice el refrán castellano: “Comer y rascar, todo es empezar”.

De todas maneras, es un hecho que la sexualidad femenina es muy compleja, con más resortes que un telar, por lo que es altamente improbable que los nuevos alquimistas farmacéuticos encuentren o diseñen alguna vez ese producto mágico que ponga a una mujer como joven excitada, independientemente de su realidad y de su circunstancia vital. Pensamos así que el único afrodisíaco que funciona en la mujer, hoy por hoy, es el AMOR. Profesionalmente todos hemos tenido la oportunidad de ver los “milagrosos” efectos del amor sobre órganos “secos y atrofiados” por la falta de estrógenos o, simplemente, por la falta de uso.

Ahora, tras la lectura de estas reflexiones, solo queda continuar disfrutando…de una sexualidad liberada y liberadora.

El doctor Neyro en Radio Euskadi

Una segunda opinión

Radio – Radio Euskadi – Graffiti

  • Duración: 21:53

El doctor Ricardo Franco ha invitado a nuestro espacio de salud al Doctor José Luis Neyro, para charlar sobre los retos ginecológicos que tiene que afrontar el año 2011.  En el programa se habla del 8º curso de Formación Continuada en Menopausia y Climaterio de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), sección de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y de consejos útiles de salud.


Infección por virus del papiloma humano

El virus del papiloma humano (HPV) es un virus que causa verrugas genitales (condylomata accuminata).

También ocasiona algunos tipos de verrugas orales o de la garganta, cáncer cervical, cáncer del pene y cáncer de la vulva y vagina, además de haber sido relacionado con otros cánceres. La infección con HPV es común. Tan sólo en Estados Unidos, hay 20 millones de personas infectadas. A nivel mundial hay más de 440 millones de personas infectadascon HPV. Cada año, se diagnostican más de 500,000 casos de cáncer cervical principalmente en los países en desarrollo.

vacunavph

 

Virus del papiloma humano
El virus del papiloma humano se transmite de persona a persona por medio del contacto sexual (oral, vaginal y anal). La infección con HPV usualmente no tiene síntomas y una persona puede no enterarse nunca de que ha estado expuesta o se ha infectado con HPV. Las verrugas genitales son benignas y usualmente no ocasionan problemas. Sin embargo, puesto que el HPV se ha relacionado con el cáncer cervicouterino en mujeres, la prueba de Papanicolaou es una parte importante de la atención preventiva para ayudar a evitar el cáncer cervicouterino
y los precursores de dicho cáncer. Las pruebas de Papanicolaou pueden detectar estados precancerosos (llamados displasia) en las células del cuello uterino.

Pueden utilizarse pruebas especializadas en niñas y mujeres en algunas situaciones para determinar la presencia de tipos de HPV de alto riesgo (los tipos relacionados con la formación de cáncer) al realizar una prueba de Papanicolaou.

El ejemplar del 28 de febrero de 2007 de la revista JAMA incluye un artículo acerca de la prevalencia de la infección con HPV.

Para saber más  documento en formato pdf