Afirmar a día de hoy que
los estrógenos son los primeros defensores en el largo plazo de la salud de las mujeres es como diría un cazador «tirar a parado»; efectivamente nadie lo duda, tenemos decenas de miles (me atrevería a decir) trabajos científicos que así lo avalan y las pruebas clínicas acumuladas son de una aplastante evidencia. Ya lo comentamos en su día en sentido negativo cuando razonamos la asociación existente entre la aparición de la menopausia y el desarrollo de la enfermedad coronaria, cardiovascular en general (ver en
https://www.neyro.com/2020/11/27/5538/).
Es notable de esta forma constatar las diferencias de género en el tratamiento de la enfermedad coronaria, con resultados relacionados con el sexo de algunas intervenciones médicas, percutáneas y quirúrgicas para la enfermedad de las arterias coronarias. Ello nos puede dar una pista excelente de hasta qué punto la salud de la mujer es considerada por la comunidad médica y científica como algo definitivamente diferente de lo que la misma comunidad considera la del hombre.
Las diferencias biológicas y socioculturales entre hombres y mujeres son complejas y probablemente explican la mayoría de las variaciones en la epidemiología y los resultados del tratamiento de la enfermedad arterial coronaria (EAC) entre los 2 sexos. El asunto no deja de considerarse por los mejores autores médicos en la materia y nos ocupamos de este asunto en el que ahora se antoja lejano ya 2019 (ver en https://www.neyro.com/2019/10/23/existen-de-verdad-diferencias-sexuales-en-los-bio-marcadores-circulantes-de-enfermedad-cardio-vascular/)
Y es que se han descrito peores resultados en mujeres después de tratamientos conservadores e invasivos de la EAC. Por ejemplo, se han informado niveles elevados de reactividad plaquetaria residual durante el tratamiento con fármacos antiplaquetarios, tasas más altas de resultados cardiovasculares adversos después de la revascularización coronaria percutánea y una mortalidad operatoria y a largo plazo más alta después de la cirugía de derivación coronaria en mujeres en comparación con hombres. Expresamos algunos de ellos en la imagen representada debajo.
Los datos que ahora comentamos fueron publicados (ver el original en
https://www.jacc.org/doi/10.1016/j.jacc.2021.07.066) en el Journal of the American College of Cardiology JACC Journals › JACC › Archives › Vol. 79 No. 14, en un trabajo titulado
«Sex-Related Outcomes of Medical, Percutaneous, and Surgical Interventions for Coronary Artery Disease: JACC Focus Seminar 3/7» y firmado por Mario Gaudino y su grupo de colaboradores del Department of Cardiothoracic Surgery, del Weill Cornell Medicine, en New York (Estados Unidos de América).
Al respecto, en tono casi anecdótico, un profesor de Fisiología de la Facultad de Medicina (y cardiólogo además…), decía que los hombres infartados evolucionaban mejor en su domicilio, porque la esposa le hacía la dieta (adecuada) y se aseguraba de que tomaran la medicación. En cambio las mujeres evolucionaban mejor internadas, donde los enfermeros (no su marido o familia) se encargaban de que recibieran los cuidados necesarios, controles y su medicación. A pesar del creciente reconocimiento de los determinantes de los resultados específicos del sexo, la representación de las mujeres en los estudios clínicos sigue siendo baja y las estrategias de manejo específicas del sexo generalmente no se proporcionan en las guías.
La conclusión, una vez más, estimado lector es que
se necesita más investigación para mejorar la aplicación y los resultados del tratamiento para mujeres con EAC (en la imagen de arriba, otras diferencias más entre sexos, extraída de otro trabajo de la misma revista citada al principio). Entre tanto nuestras (respetadas) autoridades sanitarias toman este asunto como prioritario, dedican más fondos públicos (de todos nosotros…, no lo olvidemos nunca…) a la investigación, nosotros desde aquí…, por nuestra parte, seguiremos informando…
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