Es bastante evidente para todos los que nos dedicamos a la asistencia sanitaria en cualquier ámbito que la edad es un factor a considerar clave en la génesis de las fracturas de bajo impacto. Llamamos así a las que son ocasionadas por un impacto menor cual caerse desde la propia altura o desde una escalera de menos de tres peldaños. No entrarían en esa consideración por tanto las de los accidentes laborales o de tráfico y tampoco las deportivas que son en general de «alto impacto». Véase más sobre el tema en https://www.neyro.com/2016/12/19/la-edad-de-la-menopausia-es-un-factor-principal-para-pronosticar-el-riesgo-de-fracturas/
Y es que las fracturas de bajo impacto, hasta que no se demuestre lo contrario (lejos del cáncer u otros problemas más raros), son siempre consecuencia de la osteoporosis que deteriora la calidad del hueso y le hace perder resistencia, precisamente, frente a los bajos impactos de la vida ordinaria (ver en https://www.neyro.com/2015/10/07/las-fracturas-de-bajo-impacto-son-la-consecuencia-de-la-osteoporosis/)
Y la pregunta sería q¿qué hace un ginecólogo ocupándose de estos temas de salud ósea?, ¿acaso tiene que ver con el hecho de que 9 de cada 10 personas con osteoporosis son mujeres?, ¿quizás con el resultado de la prevención de las fracturas que podemos hacer apenas con la (vieja y por ignorantes denostada) terapia hormonal de la menopausia como ya contamos en su día en https://www.neyro.com/2015/10/07/las-fracturas-de-bajo-impacto-son-la-consecuencia-de-la-osteoporosis/?
Finalmente, sea quien sea que asista a esa persona con una fractura (muchas todavía por diagnosticar la enfermedad de base que la causó…), lo verdaderamente importante es que no suceda la siguiente fractura en la temida situación (ya conocida…) de las fichas de dominó que empuja cada una a la siguiente. Es conocido que la frecuencia de fracturas entre las mujeres posmenopáusicas es alta. Aunque las fracturas no traumáticas son un factor de riesgo importante para futuras fracturas, las guías clínicas actuales no abordan las fracturas traumáticas. Se ha publicado recientemente un estudio que trató de determinar cómo varía el riesgo de nuevas fracturas según sea una fractura inicial traumática o no traumática.
El manuscrito se tituló «Risk of Subsequent Fractures in Postmenopausal Women After Nontraumatic vs Traumatic Fractures» y fue publicado por Carolyn J Crandall y sus colaboradores de la Division of General Internal Medicine and Health Services Research, David Geffen School of Medicine at University of California, Los Angeles (entre otros centros clínicos, al ser un estudio multicéntrico), nada menos que en JAMA (el Journal de la American Medical Association), en JAMA Intern Med. 2021 Aug; 181(8): 1055–1063.. El original del mismo de agosto de este año 2021 puede seguirse en el enlace siguiente https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/article-abstract/2780745 Justo debajo, la portada de la revista donde aparece el trabajo comentado.
Se analizaron los datos del Women’s Health Initiative Study (WHI, que lleva ya más de 1500 publicaciones indexadas alrededor de sus resultados…)) (inscripción, septiembre de 1994-diciembre de 1998; análisis de datos, septiembre de 2020 a marzo de 2021), que incluyó a mujeres posmenopáusicas de 50 a 79 años al inicio del estudio de 40 centros de EEUU. En un subestudio, realizado en 3 de los centros, se pidió a las participantes que informaran sobre el mecanismo de las fracturas incidentes. De 75.335 participantes, la información sobre la fractura incidente y las covariables estuvo disponible en 66.874 participantes (88,8%). El seguimiento medio (DE) fue de 8,1 (1,6) años.
Entre las 66.874 participantes analizadas (edad media [DE], 63,1 [7,0] años y 65,3 [7,2] años en mujeres sin y con fractura clínica, respectivamente, ya se aprecia que las fracturadas tenían más edad…), 7.142 participantes (10,7%) experimentaron una fractura incidente durante el período de seguimiento del estudio. La hazard ratio ajustada (HRa) de fractura posterior después de una fractura inicial fue de 1,49 (IC 95% 1,38-1,61). Entre las mujeres cuya fractura inicial fue traumática, la asociación entre la fractura inicial y la fractura posterior aumentó significativamente (HRa 1,25; IC 95% 1,06-1,48) un 25%. Entre las mujeres cuya fractura inicial no fue traumática, la asociación entre la fractura inicial y la fractura posterior también aumentó también (HR 1,52; IC 95% 1,37-1,68), esta vez nada menos que un 52%.
Estos resultados indican que, en mujeres posmenopáusicas mayores de 50 años, la fractura se asoció con un mayor riesgo de fractura posterior independientemente de si la fractura fue traumática o no traumática (¿recuerda el lector lo que comentábamos arriba sobre las fichas de dominó…). Por tanto, la evaluación clínica de la osteoporosis debe incluir tanto las fracturas de traumatismo alto como las de traumatismo menor.