El estudio analizó a más de 10.000 mujeres que fueron seguidas durante un periodo medio de aproximadamente 10 años. En la actualidad existen diversos conocimientos limitados sobre el papel de la dieta y el riesgo de desarrollar cáncer de mama y la mayoría de los alimentos y grupos de alimentos permanece sin estudiar. A pesar del vínculo potencial entre la resistencia a la insulina y el riesgo de cáncer de mama, hay poca evidencia en relación con la asociación entre los factores dietéticos reconocidos como responsables del aumento de la enfermedad. Entre estos alimentos se incluirían carbohidratos y entre ellos, los alimentos y bebidas azucaradas.
Recientemente se informó que un mayor consumo de bebidas azucaradas se asocia de manera marginalmente significativa con un aumento de riesgo de cáncer de mamaposmenopáusico en una cohorte prospectiva.Así se había anticipado en otro estudio previo y que el lector puede seguir en el enlace https://www.cambridge.org/
Este trabajo se realizó en el marco del proyecto de Seguimiento Universidad de Navarra, que es un estudio de cohortes prospectivo con varios objetivos. Las participantes son antiguas estudiantes universitarias y el reclutamiento está permanentemente abierto. Se contacta periódicamente, cada dos años, con las participantes, para realizar el seguimiento y registro de datos.
Como en todos los estudios de seguimiento de cohortes, los números son importantes y necesitamos explicarlos; en este proyecto se reclutaron 13.843 mujeres que habían completado el cuestionario en diciembre de 2016. Garantizando un tiempo mínimo de seguimiento de 2 años, además, se incluyeron las mujeres reclutadas antes de marzo de 2014 (n = 13.645). Por otra parte, fueron excluidas aquellas que se perdieron durante el seguimiento (n = 1,286) y las que tenían una historia de cáncer de mama en el punto de partida (n = 102), o bien las que presentaban un consumo energético fuera del rango predefinido permitido de 500 – 3.500 kcal/día (n = 1,345), o que reportaron menopausias precoces antes de los 35 años (n = 199), por los sesgos de selección que inicialmente podrían producir toda ellas, no acalra el experto José Luis Neyro. Por tanto, la muestra final para el análisis del consumo de bebidas azucaradas e incidencia de cáncer de mama incluyó a 10.713 mujeres.
Los hábitos dietéticos al inicio del estudio se evaluaron mediante un cuestionario semi-cuantitativo validado en España, de 136 ítems sobre la frecuencia de consumo alimentario, incluyendo un apartado específico sobre consumo de bebidas azucaradas. Para cada uno de los alimentos había nueve posibles respuestas (nunca/raras veces, 1 – 3 porciones/mes, 1 porción/semana, 2 – 4 porciones/semana, 5 – 6 porciones/semana, 1 porción/día, 2 – 3 porciones/día, 4 -6 porciones/día y más de 6 porciones/día).
La incidencia de cáncer de mama fue el criterio de valoración primario del estudio. Se preguntó a las participantes si habían tenido un diagnóstico médico de cáncer de mama al inicio del estudio y se evaluó la patología durante el seguimiento. También se les cuestionó sobre la fecha del diagnóstico y se pidió una copia de sus informes médicos, para que un oncólogo capacitado confirmara los resultados. Estos oncólogos entrenados fueron cegados con respecto a las condiciones dietéticas de las participantes, de tal manera que no podían asociar el consumo de bebidas azucaradas y la presencia del cáncer para no influir en sus análisis de la documentación aportada por las propias participantes.
Los alimentos altamente procesados se definieron como la cantidad total de los siguientes productos: petit-suisse, cereales de desayuno, batidos, natillas, pudín, helados, patatas fritas, galletas, magdalenas, donuts, croissants, pasteles, churros, chocolates, turrón, mazapán, tartas preparadas, pizza, sopas y cremas instantáneas, margarina, mayonesa, bebidas azucaradas, refrescos dietéticos, jugos de frutas embotellados, carne procesada (jamón cocido, salchicha de cerdo picante, salami, mortadela, paté, morcilla, tocino, hamburguesa, salchichas y bebidas alcohólicas producidas por fermentación, seguidos de una destilación como el whisky, la ginebra, el ron o el vodka.
Los principales datos obtenidos de las 10.713 mujeres incluidas en el análisis, según categorías para el consumo total de bebidas azucaradas, fueron los siguientes: la media de edad de las participantes era de 33 años y el índice de masa corporal medio fue de 22,2 kg/m2 (DE: 3,1). Las participantes de la categoría más alta de consumo total de bebidas azucaradas eran más jóvenes, menos activas físicamente, con un índice de masa corporal más elevado, mayor ingesta energética total, mayor consumo de alimentos altamente procesados, mayor consumo de alcohol, carne, productos lácteos y grasas; por otro lado, un menor consumo de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, así como una menor adherencia a la dieta mediterránea, en comparación con las mujeres que nunca o rara vez consumían bebidas azucaradas.
Se identificó un total de 168 casos probables de cáncer de mama basados en los registros médicos, 100 de ellos recién diagnosticados entre las 106.189 personas-año con seguimiento (seguimiento medio de 10,0 años).
Para la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la incidencia global confirmada de cáncer de mama, ajustada por edad y para varios factores de confusión dietéticos y no dietéticos, se encontró que un mayor consumo de bebidas azucaradas se asoció con una mayor incidencia de cáncer de mama, aunque esta no fue estadísticamente significativa. Estos resultados no se modificaron cuando contemplaron límites de consumo energético (mayor que percentil 1 y menor que percentil 99) en los análisis de sensibilidad, cuando excluyeron a las mujeres con probable cáncer de mama (sin confirmación), o cuando se consideró también el resultado incluyendo los casos probables.
Cuando se dividió a las participantes de acuerdo con el estado menopáusico, el consumo regular de bebidas azucaradas en mujeres en la etapa premenopáusica no se asoció con cáncer de mama (HR ajustado: 1,16; IC 95%: 0,66 – 2,07; p = 0,602), en comparación con aquellas mujeres con menor consumo en el modelo total ajustado.
La Dra. Toledo indica que “las bebidas azucaradas son ricas en carbohidratos simples (sacarosa, fundamentalmente). La particularidad de los refrescos azucarados, en contraposición a otros alimentos también ricos en carbohidratos simples, es que se trata de calorías líquidas. Por tanto, son una fuente extra de calorías, en forma de carbohidratos simples, que se añaden en la dieta y no sustituyen a otros alimentos, además no aportan otros micronutrientes o macronutrientes beneficiosos”. Casi nadie considera las calorías de las bebidas cuando se contabiliza lo que uno ha comido, destaca el especialista José Luis Neyro.
Respecto a dar continuidad al estudio, la experta en Salud Pública señala: “tenemos la intención de seguir trabajando en esta línea. Por un lado, pretendemos valorar los posibles efectos del consumo de bebidas azucaradas sobre otros desenlaces de salud, así como estudiar otras determinantes nutricionales que se pudieran asociar al riesgo de desarrollar cáncer de mama. Nuestra línea de investigación la realizamos fundamentalmente con el Proyecto Seguimiento Universidad de Navarra y con el ensayo PREDIMED. Además, estos resultados aportan una nueva evidencia para apoyar estrategias de Salud Pública dirigidas a disminuir el consumo de bebidas azucaradas a nivel de la población”. Una de las líneas de actuación desde el punto de vista de la política sanitaria sería seguir subiendo los impuestos de estas bebidas como ya recojimos hace unos años en este mismo blog en https://www.neyro.com/2016/
La cuestión principal es que “aun cuando exista una asociación estadística, esto no implica necesariamente causalidad. Puede que las bebidas azucaradas sean un factor de riesgo para desarrollar cáncer de mama, pero también es posible que lo sean porque se asocian a otros factores causales relacionados con hábitos que incluyen la dieta o la cantidad de ejercicio físico que se realiza. En este caso, la ingesta de bebidas azucaradas puede asociarse a dietas muy calóricas, a obesidad o a sedentarismo, o bien a otros factores desconocidos o no tenidos en cuenta. Suele ilustrarse esta situación con el ejemplo típico de que llevar un mechero en el bolsillo se asocia con cáncer de pulmón y eso no implica que el mechero por sí mismo sea la causa del cáncer”.
Sea como fuere, los cánceres más habituales se asocian estadísticamente con el sobrepeso como señalaba el blog de José Luis Neyro hace ya un tiempo, en http://www.neyro.com/2014/08/
Romanos-Nanclares A, Toledo E, Gardeazabal I, Jiménez-Moleón JJ, y col. Sugar-sweetened beberage consumption and incidence of breast cáncer: the Seguimiento Universidad de Navarra (SUN) Project. Eur J Nut. 3 Oct 2018 doi: 10.1007/s00394-018-1839-2. PMID: 30284064.
Hodge AM, Bassett JK, Milne RL, English DR, y col. Consumption of sugar-sweetened and artificially sweetened soft drinks and risk of obesity-related cancers. Public Health Nutr. Jun 2018;21(9):1618-1626. doi: 10.1017/S1368980017002555. PMID: 29463332.
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