Hace pocas semanas, señalábamos en este mismo blog que la ingesta continuada de fibra durante la juventud podría reducir de manera significativa el riesgo futuro de desarrollar cáncer de mama, dando un impulso fundamental a la importancia (de nuevo….) de la dieta en el devenir de nuestra salud (y lo contamos en http://www.neyro.com/2016/04/ 07/consumir-mucha-fibra-en-la- dieta-de-la-juventud-puede- disminuir-el-riesgo-futuro-de- cancer-de-mama/)
Ahora sabemos que las mujeres que llevaron una dieta baja en grasas durante aproximadamente ocho años redujeron el riesgo de muerte por cáncer de mama invasivo y mejoraron sus índices de supervivencia en comparación con aquellas que no habían seguido el régimen dietético, según un estudio presentado en una sesión plenaria de ensayos clínicos de la reunión anual de la American Association for Cancer Research (AACR).
Hace ya casi medio siglo, se sugirió una asociación entre la ingesta de grasas en la dieta y los resultados del cáncer de mama, pero los hallazgos de observación no han sido concluyentes. Con el fin de determinar los efectos de un patrón de dieta baja en grasas sobre el cáncer de mama, Rowan Chlebowski, del Los Angeles Biomedical Research Institute y sus colegas de la Women’s Health Initiative, en Estados Unidos, realizaron análisis adicionales de un ensayo clínico aleatorizado en el que se había seguido a 48.835 mujeres posmenopáusicas.
Ese mismo estudio de más de veinte años ya desde su inicio, arrojó resultados muy dispares y contradictorios pues si bien alertaba sobre los riesgos de cáncer de mama en las mujeres que tomaban terapia hormonal combinada (con progestágenos no empleados casi nunca en Europa), simultáneamente demostró que los estrógenos podían reducir el riesgo de cáncer de mama entre las mujeres que los usaban en exclusiva para el tratamientos de su síndrome climatérico (y lo contamos con detalle en el enlace siguiente http://www.neyro.com/2011/02/ 12/la-terapia-con-estrogenos- solos-te-reduce-la-incidencia- de-cancer-de-mama/). El original está a disposición de los lectores en el linkhttp://www.ncbi.nlm.nih.gov/ pubmed/26546117.
Pero vayamos al que ahora comentamos que es mucho más reciente; las mujeres con entre 50 y 79 años de edad, no tenían cáncer de mama antes, sus mamografías eran normales y una ingesta normal de grasa. De todas ellas, se puso a 19.541 mujeres a una dieta baja en grasas con sesiones de grupo dirigidas por nutricionistas que pretendían reducir la ingesta de grasas a un 20% de energía y aumentar el consumo de frutas, verduras y granos. Las otras 29.294 mujeres en el ensayo siguieron sus patrones dietéticos habituales sin intervención dietética alguna.
Después de aproximadamente ocho años de permanencia en la dieta baja en grasa, 1.767 de las mujeres fueron diagnosticadas de cáncer de mama. Los investigadores encontraron que la supervivencia global en el cáncer de mama desde el diagnóstico fue mayor en el grupo que siguió la dieta baja en grasa: 82 frente al 78%. «El estudio también sugiere que las mujeres tendrían que permanecer en dietas bajas en grasa para mantener los beneficios de la intervención dietética», añade el Dr. Chlebowski, encargado de presentar los resultados en la conferencia.
El estudio en cuestión había sido ya publicado apenas en diciembre de 2014 por un grupo de epidemiólogos de diferentes centros USA todos participantes en el estudio Women’s Health Iniciative, en una revista de alto factor de impacto científico como Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention y puede leerse íntegramente en el enlace que se cita a continuación http://cebp.aacrjournals.org/ content/23/12/2924.long
Los investigadores también informaron de que la mayoría de las características del cáncer de mama –incluyendo el tamaño, el estado ganglionar y la distribución de mal pronóstico, cánceres triple negativo y HER2 positivos, fueron similares entre los dos grupos de mujeres, pero había menos cánceres negativos en los receptores de progesterona en el grupo de la dieta (28,4 frente a 33%). Además, se vio menos mortalidad por enfermedad cardiovascular en el grupo de la dieta.
El mensaje para nuestras pacientes podría ser doble al albur de los conocimientos acumulados ya en este campo: la dieta presente y futura es fundamental para reducir el riesgo de cáncer de mama, de acuerdo¡. Pero si al llegar la menopausia incrementa su ejercicio físico diario, esa reducción de riesgo todavía se mostrará más espectacular como ya adelantamos en el resumen que hicimos sobre el particular en http://www.neyro.com/2015/01/ 25/el-riesgo-de-cancer-de- mama-posmenopausico-disminuye- con-la-practica-de-ejercicio- fisico/.