Vacunaciones y gestación: una duda continuada, ya aclarada

En las últimas semanas, una vez más, la polémica ha salpicado incomprensiblemente el mundo de las vacunas. Lo decimos de esa manera porque hace ya muchos años que sabemos que la acción del hombre más trascendente en la salvación de vidas humanas ha sido el establecimiento de programas de vacunación en todo el mundo (solo superado por la canalización de las aguas fecales).
Tenemos pruebas contundentes de todo ello, por ejemplo, muy pocos años después de la introducción de una de las últimas, más potentes y más seguras vacunas en todo el mundo cual es la que nos protege frente a Virus del Papiloma Humano (leer en http://www.neyro.com/2015/08/07/programas-de-vacunacion-frente-al-vph-en-australia-logran-disminuir-los-casos-de-lesiones-cervicales-de-alto-grado/)
Ahora, incluso los periódicos diarios nacionales se ocupan del asunto y hace unas semanas Clara Marín publicaba en El Mundo un informe del que entresacamos textos para su conocimiento. Recordaba la periodista que desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) señalan que «toda mujer en edad fértil debería de estar adecuadamente inmunizada antes del embarazo, para que durante el mismo tanto ella como el feto no sufran ninguna enfermedad prevenible». En este sentido, habría que diferenciar dos etapas claves en la inmunización materna:
Para empezar, en la que tantas veces hemos recordado en este blog como la llamada «visita pre-concepcional» (ver en http://www.neyro.com/2015/06/10/no-todas-las-mujeres-son-conscientes-de-la-importancia-de-sus-revisiones-ginecologicas/ y acaso en los programa de radio) hay que revisar el calendario de vacunaciones de la mujer que desea gestar. Así, antes de quedarse embarazada, la mujer debería comprobar si tiene puestas todas las dosis de las vacunas del adulto, porque esto le ayudará a proteger a su futuro bebé.
En este sentido, el objetivo ideal es que la mujer llegue al embarazo inmunizada contra la «rubéola [cuya vacuna también incluye protección contra las paperas y el sarampión] y, si no ha pasado la enfermedad, contra la varicela», explica María José Álvarez, directora de la web www.vacunas.org la página de la Asociación Española de Vacunología. «La infección por rubéola en una mujer embarazada puede causar serios problemas en el feto con consecuencias para toda la vida e, incluso, su muerte», señalan desde los Centros de Prevención y Control de Enfermedades estadounidenses (CDC, por sus siglas en inglés). Es importante resaltar que estas vacunas sólo deben inyectarse antes del embarazo (según los CDC, unas cuatro semanas antes), ya que «son vacunas de virus vivos, y por tanto, están contraindicadísimas durante el embarazo».

Aunque desde los CDC explican que las vacunas que necesite la futura madre dependerán de «su edad, su estilo de vida y sus condiciones médicas», lo cierto es que existen dos inmunizaciones inactivadas [elaboradas con microbios muertos] que están especialmente indicadas durante la gestación. Aunque su empleo no ha gozado del reconocimiento general en los últimos años, la primera sería la de la gripe, que deberá administrarse «siempre que el embarazo se produzca durante el período de circulación del virus, esto es, entre diciembre y marzo», explica Francisco Álvarez, secretario del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Las mujeres embarazadas son especialmente vulnerables a las infecciones por gripe, y si la contraen, pueden tener episodios más graves de lo normal. Según la AEPap, «el diagnóstico de gripe durante el primer trimestre del embarazo se ha asociado a un aumento de malformaciones cardíacas, labio leporino y defectos del tubo neuronal; es más, señala nuestro experto, el Dr. José Luis Neyro, gran parte de las malformaciones cardiacas se desarrollan durante la rotación del primordio cardiaco, alrededor de los días sesenta a ochenta de la gestación. En el segundo y tercer trimestre, se ha vinculado a un aumento del número de abortos, partos prematuros y una disminución del peso al nacimiento»

De esta forma, las mujeres embarazadas deberían vacunarse, en cualquier trimestre de gestación que se encuentren, si ésta coincide con la campaña de vacunación contra la enfermedad, que suele desarrollarse entre octubre y diciembre, porque así, además de protegerse a sí mismas, estarán haciendo lo propio con su futuro bebé, que no podrá vacunarse hasta que cumpla seis meses de vida y adquiera el peso requerido para esta protección.

En las últimas semanas ha cobrado particular interés la llamada «enfermedad de la tos de los 100 días», como la llaman los chinos (recuerda JL Neyro) o tos ferina, como le llamamos en occidente. Es muy importante la vacunación en las últimas semanas del embarazo [idealmente entre la 27 y la 36] de la inmunización combinada contra la tosferina, la difteria y el tétanos (Tdpa). Ésta es la medida más eficaz para proteger al recién nacido contra la tosferina, porque será la forma en que la madre le transmita al feto, a través de la placenta, los anticuerpos que lo protegerán hasta que esté listo para vacunarse por primera vez llegado a los dos meses de su propia vida.

Como siempre en estos casos, la regularidad y la homogeneidad no son la norma en nuestros (17 diferentes) sistemas de salud autonómicos y de momento sólo Asturias, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Navarra, País Vasco y Castilla-La Mancha están administrando a las gestantes la vacuna Tdpa contra la tosferina. La Rioja empezará a hacerlo a partir del 1 de diciembre, y Madrid, Andalucía y Murcia han dicho que lo harán desde el 1 de enero de 2016. Por su parte, la comunidad gallega está estudiando la medida. Francisco Álvarez explica que la vacunación debería hacerse «en cada gestación, aunque la mujer vuelva a embarazarse al año».

Hasta aquí las recomendaciones más oficiales ( y no para todas las comunidades autónomas como hemos citado) acerca de las dos que serían las inmunizaciones más importantes, y casi imprescindibles, según los expertos, durante el embarazo. A partir de ahí, habría otras que se deberían valorar en función de la historia clínica de la mujer, de sus riesgos personales o de pareja, de su tipo de actividad profesional, etc, etc (es distinta la gestante enfermera que la gestante administrativa, es diferente la gestante directiva que la funcionaria de prisiones…., señala el Dr. Neyro).

Así, con estas consideraciones, una sería la de la hepatitis B, que sólo se tendría que poner si la embarazada tiene riesgo de contraer la enfermedad, por ejemplo «si se ha pinchado con una aguja de una persona que padece hepatitis B», señala Francisco Álvarez, o «si convive con personas infectadas por esta dolencia, es usuaria de drogas por vía parenteral, ha tenido más de una pareja en los seis meses previos, insuficiencia renal o infección por VIH», apuntan desde la AEPap o si su pareja sexual tiene VIH o hepatitis B en el pasado, apunta JL Neyro.

Lo mismo pasaría con la inmunización frente a la hepatitis A, cuyo uso, apunta la AEPap, «está indicado en situaciones de riesgo de contagio para la embarazada, como son la administración de drogas por vía parenteral, los viajes a zonas endémicas de la enfermedad o si existen patologías que aumenten el riesgo de complicación de la hepatitis A, como las enfermedades hepáticas crónicas». También entre adultos homosexuales por la frecuencia del sexo anal que favorece la posible transmisión.

Igualmente, en función del estado inmunológico de la mujer, también habría que valorar la inmunización contra el tétanos: «El Ministerio considera que una mujer que tiene cinco dosis de la vacuna contra el tétanos está protegida contra la enfermedad, así que sólo deberían vacunarse aquellas que no tengan ese número de dosis», señala Francisco Álvarez.

Fuente: Clara Marín para El Mundo.