Podría decirse que nada en este año 2020 será similar a lo vivido hasta ahora, no solo porque la vida es todo cambio, siempre nueva, sino porque el factor de corrección que ha supuesto la aparición de SARS-CoV2 entre nosotros (y parece que ha llegado para quedarse) ha trastocado las vidas de todo el mundo con el mismo ímpetu que una guerra mundial, sin tratar de ser muy escandaloso en la comparación. Nada será igual ya a partir de este años (ya lo anticipamos en este mismo lugar en https://www.neyro.com/2020/06/26/estan-las-infecciones-covid19-ya-pasadas-protegiendo-al-resto-de-la-comunidad/)
Las esperanzas están depositadas en el acceso a vacunas eficaces y seguras (como ante cualquier enfermedad infecciosa, máxime si es nueva como esta…); ahora, el desarrollo activo de casi 200 vacunas candidatas nos abre puertas a la esperanza. En este sentido, se han publicado los resultados de dos ensayos de vacuna de CoVID-19 de fase temprana, uno de los investigadores del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Oxford, Reino Unido), con el apoyo de AstraZeneca, y el segundo de investigadores apoyados por CanSino Biologics en Wuhan, China.
Ambos grupos usaron un vector adenoviral, y ambos informan que su vacuna genera respuestas humorales frente al dominio de unión al receptor de la glicoproteína spike de SARS-CoV-2 hacia el día 28, así como respuestas de los linfocitos T. Ambos estudios notificaron cada uno por su lado acontecimientos adversos leves, locales y sistémicos, como fiebre, fatiga y dolor en el sitio de inyección. En ninguno de los ensayos se notificó ningún acontecimiento adverso grave. El lector interesado puede leer sobre el tema en el comentario (más que un artículo serio) que se publica en The Lancet el pasado 20.07.2020; está en https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)31611-1/fulltext
Los resultados de ambos estudios son un buen augurio para los ensayos de fase III (que son los definitivamente decisorios al final, pues solo los realizados con un gran número de personas que luego se seguirán para conocer su posibilidad de contagio y los secundarismos que presentaron), donde las vacunas deben testarse en muestras mucho más grandes de participantes para evaluar su eficacia y seguridad. En general, los resultados de ambos ensayos son similares y prometedores, a pesar de las diferencias en el vector, en las ubicaciones geográficas de las poblaciones estudiadas y los ensayos de neutralización utilizados.
Ambos ensayos utilizaron vectores de adenovirus para administrar y evaluar la vacuna frente a CoVID-19, un medio innovador y eficiente de desarrollo de vacunas en medio de una pandemia; había que ser imaginativos y una vez más la ciencia vino en nuestro auxilio. Capaces de generar respuestas humorales, celulares e innatas, las vacunas vectorizadas con adenovirus tienen mucho potencial.
Esta plataforma obtuvo la autorización de la Comisión Europea el 1 de julio de 2020, junto con la vacuna contra el ébola. Aunque existen dudas acerca de estas y otras vacunas frente a CoVID-19 en desarrollo, incluida la longevidad de la respuesta (todavía no ha pasado tiempo suficiente para poder afirmar algo en ese sentido…) y la inmunogenicidad en adultos mayores u otros grupos específicos, como aquellos con comorbilidades que a menudo se excluyen de los ensayos clínico.
El éxito de las vacunas frente a CoVID-19 depende de la confianza de la población en ellas, lo que requiere una evaluación integral y transparente del riesgo y una comunicación honesta de los posibles daños. En paralelo a su desarrollo, se necesita una infraestructura de farmacovigilancia, incluida la vigilancia de la infección asintomática entre las personas vacunadas y no vacunadas.
Los estudios de eficacia y de seguridad deben implementarse en paralelo con los ensayos de fase III y en preparación para el lanzamiento de la fase IV, postcomercialización, todavía lejanos… Dicha infraestructura será necesaria en una amplia gama de poblaciones y entornos, y para el espectro de las próximas vacunas de CoVID-19. La distribución equitativa de las futuras vacunas también requiere una evaluación detallada de las necesidades y las prioridades de cada país. La planificación global está en marcha, pero debe estar respaldada e informada por las realidades locales específicas.