La ciencia es maravillosa; no sólo porque permite saciar (malamente en muchas ocasiones) el ansia de saber de nuestra especie, la curiosidad por llegar a territorios inexplorados, sino porque además, nos ha dotado de un método aceptado por todos los que de una u otra manera alguna vez hemos hecho investigación científica que permite sobre todo comparar los hallazgos de unos y de otros, establecer categorías, abundar en lo puntual a veces para descubrir lo inesperado…Y ello en cualquier ámbito del conocimiento. Sencillamente maravilloso el método científico, la ciencia en general.
Y es que se investiga sobre aspectos en los que muchas otras personas ni siquiera habrían considerado que podría ser una materia digna de estudio. Una de las que a priori podría aparentar mayor interés es la búsqueda de nuevo patrones de conducta de nuestra especie en una situación tan singular como la de esta pandemia por SARS-CoV2 que nos ha confinado desde China a Paraguay, desde los USA (poco….) hasta Sudáfrica, desde las Canarias, hasta Japón. Todos hemos pasado por similares situaciones en un intento de cortar las cadenas de tansmisión viral (ver en https://www.neyro.com/2020/ 04/14/doctor-ya-hemos-vuelto- de-urgencias-para-casa-cuales- son-las-recomendaciones-de- aislamiento-y-cuidados-en-el- domicilio-para-las-personas- con-sintomas-leves/)
Entre esos patrones de conducta, uno de los que a todos se ns antojan que más se han podido modificar es la conducta sexual en las parejas durante estas semanas de confinamiento; se han tenido que soportar unos a otros, sin salir de la vivienda (la de cada cual en partuicular…), sin recibir la luz solar apenas desde las ventanas o balcones (el que los tuviera en su casa…) En fin, todo distinto (ver también https://www.neyro.com/ 2020/05/04/la-obtencion-de- niveles-optimos-de-vitamina-d- un-buen-aliado-frente-a-los- riesgos-de-covid-19/) ¿Habrá cambiado?, ¿en quié sentido será diferente?, ¿deberemos esperar más niños dentro de nueve meses?
Pero como decimos, el método científico exige poder comparar, contrastar…; pero entre magnitudes homogéneas, porque de otra manera la comparación no es factible: si estamos a peras, no podemos compararlas con melones o con automóviles. Pues bien, una pareja de colegas turcos (en Turquía también se hace ciencia y de la buena, como en cualquier lugar) tenía un estudio previo sobre conducta sexual en una muestra de su población. Ahora han publicado otro estudio en una revista indexada internacionalmente cuya portada reproducimos ahora, porque es nada menos que el órgano de expresión de la FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, por su acrónimo del francés, lengua diplomática Fédération Internationale de Gynécologie et d’Obstétrique)
El estudio se ha titulado «Effect of the COVID‐19 pandemic on female sexual behavior» y los autores han sido Bahar Yuksel y Faruk Ozgor del Department of Obstetrics and Gynecology, Esenler Maternity and Children’s Hospital, Istanbul, Turkey y del Department of Urology, Haseki Teaching and Research Hospital, Istanbul, Turkey, respèctivamente. Se trata de un estudio observacional utilizando datos de un estudio previo realizado previamente.a la pandemia.
Compararon la frecuencia de las relaciones sexuales, el deseo de embarazo, un puntaje del índice de función sexual femenina (FSFI), el tipo de anticoncepción empleada y las alteraciones menstruales entre las mujeres durante la pandemia con 6 a 12 meses antes de iniciada la pandemia. Los participantes fueron contactados por teléfono para ser interrogados. Ciertamente el estudio es de esos que le permiten a un lector crítico clasificarlo como «muy interesante» pero «muy poco importante» (como diría mi amigo el Dr. Aguilera de CDMX), pues la muestra analizada no llega ni a sesenta mujeres (parejas totales)
Lo realmente interesante viene cuando nos acercamos a los resultados. Veamos: la frecuencia promedio de las relaciones sexuales aumentó significativamente durante la pandemia en comparación con 6-12 meses antes (2.4 vs 1.9 semanales, p = 0.001). Antes de la pandemia 19 (32.7%) participantes deseaban quedar embarazadas, mientras que durante la pandemia había disminuido a 3 (5,1%) (p = 0,001). Por el contrario, el uso de anticonceptivos durante la pandemia disminuyó significativamente entre los participantes en comparación con los anteriores (24 frente a 10, p = 0,004) y ello es absolutamente contradictorio…Ah¡¡¡, la condición humana!!! (se muestra una tabla ori¡ginal del trabajo comentado), amablemente cedido por los editores que permiten el libre acceso a la publicación en https://obgyn. onlinelibrary.wiley.com/doi/ full/10.1002/ijgo.13193)
Los trastornos menstruales fueron más comunes durante la pandemia que antes (27,6% frente a 12,1%, p = 0,008). Los participantes tuvieron puntajes FSFI significativamente mejores antes de la pandemia en comparación con los puntajes durante la pandemia (20.52 vs 17.56, p = 0.001). Curiosamente, las mujeres participantes tenían más y mejor deseo sexual antes de la pandemia, pero fue durante ella que tenían significativamente más relaciones sexuales. A pesar de tener más relaciones sexuales, tenía significativamente menos orgasmos y se mostraban menos satisfechas de esas más numerosas relaciones sexuiuales.
Los autores reconocen además que la pandemia se asocia con una menor intención de quedar embarazada, pero con una significativamente menor anticoncepción femenina y mayores trastornos menstruales. Finalmente (muy interesante, pero muy poco importante como señalábamos antes) reconocen que estos resultados deben ser respaldados por más investigaciones prospectivas aleatorias, con un tamaño de muestra mayor.
La vida, que evoluciona en ciclos y que nos permite seguir avanzando aun cuando no todo «casa» como quisiéramos…. Seguiremos informando…