Puede parecer sencillo mantener una salud adecuada pero existen determinadas circunstancias o momentos en la vida de una persona en los que ese empeño se complica cuando no se vuelven poco menos que imposible. Uno de los más conocidos en el ámbito de la salud de la mujer es la llegada de su menopausia en a fase que los ginecólogos llamamos la «transición menopáusica» y el asunto se complica todavía más en presencia de un cáncer en esta época de la vida de la mujer. No todo es enfermedad ciertamente; recordemos que hasta un 20% de las mujeres en estas edades pasan por ellas sin pena ni gloria, sin padecer ni una pizca de merma en su calidad de vida, que es el objetivo a mantener.
Tras las artralgias y los sofocos de las primeras épocas, cuando la post-menopausia llega a sus diez primeros años más o menos aparece la llamada vulgar pero gráficamente sequedad vaginal ( o resequedad de los países latinoamericanos…). Nosotros los ginecólogos aludimos a algo más completo que denominamos «síndrome genitourinario de la menopausia» (SGUM). Es una afección causada por los efectos hipo-estrogénicos en los genitales femeninos y el tracto urinario inferior, lo que produce síntomas como sequedad vaginal, ardor vulvar y vaginal, dispareunia (dolor en la penetración coital) y disuria (escozor al orinar). Ya contamos algo del tema en
https://www.neyro.com/2016/09/02/la-menopausia-patologica-engloba-el-nuevo-sindrome-genitourinario/
Para tomar conciencia de lo que hablamos, diremos que los cálculos más optimistas cifran en más de la mitad de las mujeres posmenopáusicas las que experimentan el síndrome genitourinario, aunque muchos otros hablan de que son más de 75% de todas ellas y es aún más generalizado en las mujeres con cáncer, sobre todo en aquellas que reciben terapias hormonales (anti-hormonales, por mejor decir) como Tamoxifeno o Inhibidores de la aromatasa, en las que esta patología podríamos decir que es universal y afecta a todas por igual.
Así, debido a tratamientos como la cirugía, la quimioterapia, la radiación y la terapia hormonal que antes comentamos, las mujeres pueden experimentar una «menopausia precoz» que resulta en síntomas más tempranos y más intensos (para saber más de ella, puede recurrirse a
https://www.neyro.com/2015/10/19/la-menopausia-precoz-puede-afectar-negativamente-a-la-autoestima-de-la-mujer/). Comprender el alcance de este problema en las mujeres supervivientes de cáncer de mama y/o ginecológico e identificar las opciones de tratamiento para esta compleja población son primordiales y en muchos casos separa la calidad de vida, del sufrimiento permanente.
Los tratamientos personalizados para pacientes incluyen terapias no hormonales (humectantes o hidratantes vaginales, lubricantes, que proporcionarían una mejor penetración durante el coito pero que no debieran emplearse fuera de este contexto, fisioterapia del suelo pélvico (verdaderamente muy útil en determinados casos como los de incontinencia de orina…), terapia con dilatadores, asesoramiento individualizado y adaptado a cada quién, terapias hormonales sistémicas y locales.
Se ha publicado en el pasado 2019 un artículo resumen de todos estos aspectos titulado «Management of genitourinary syndrome of menopause in female cancer patients: a focus on vaginal hormonal therapy» en una revista cuyo original puede seguirse en el enlace https://www.ajog.org/article/S0002-9378(19)31057-9/fulltext y cuya portada reproducimos abajo.
En este artículo Katie K. Crean-Tate y sus colaboradores del Gynecologic Oncology, Women’s Health Institute, Cleveland Clinic, Cleveland, OH, en USA, autores del mismo, revisan las recomendaciones de consenso de las sociedades médicas y la evidencia asociada, con énfasis en la seguridad y la eficacia de las terapias hormonales vaginales locales, y las variaciones de manejo según el tipo y las características del cáncer. Para cada caso tenemos una posible solución; hay esperanza de mejora…, siempre¡¡¡¡
Y es que con un mejor conocimiento y comprensión del síndrome genitourinario de la menopausia, los profesionales sanitarios que atendemos a mujeres con cáncer estaremos en condiciones de mejorar la calidad de vida de nuestras pacientes al proporcionar tratamientos seguros y efectivos. Es el camino a seguir, muy lejos del consabido «es que con lo que has tenido, debes aguantar»: no¡¡¡ Hay soluciones¡¡¡¡