Son tantas las bacterias que viven con nosotros, en el interior de nuestro organismo, que debiéramos referirnos a «ellos» cuando hablamos de «nosotros»; hay más bacterias exógenas en nuestra microbiota que células tenemos en el organismo entero. Están en las acvidades naturales como las fosas nasales, la boca o el conducto auditivo externo; abundan en el estómago y en todo el tubo digestivo en el cual la digestión de los alimentos no sería posible sin su concurso.