Efectivamente, los tratamientos de fertilidad son una solución para quienes quieren ser madres a partir de esos 40 años pero, ante el riesgo de que el embarazo no tenga una buena evolución, es recomendable realizar un análisis para conocer el mapa cromosómico del embrión y ver qué probabilidades de éxito hay antes de transferir cada uno de esos embriones.
«Este tipo de análisis no solo es recomendable, sino casi una obligación para estas mujeres», según ha destacado el director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), Antonio Requena, que reconoce que en efecto, como señalaba JL Neyro, cada vez es más frecuente que haya mujeres que decidan ser madres a partir de los 40 años.
De hecho, el 40% de las consultas realizadas en su centro durante el año 2015 fueron para mujeres de más de esa edad. Dado que en estas mujeres es menos probable conseguir un embarazo espontáneo, a partir de esa edad aconseja «no apurar mucho» y ponerse en manos de un médico especialista «si después de 6 meses no llega un embarazo natural».
«El mayor riesgo que existe, que ya observamos a partir de los 35 años, pero se agudiza al atravesar la frontera de los 40, es el fallo cromosómico en feto. Derivado de esto, también observamos un mayor índice de aborto», según Requena. Ese riesgo es progresivo conforme aumenta la edad de la mujer progenitora, como se señala en el grafico adjunto.
Junto a los problemas cromosómicos, este experto también admite que también puede haber problemas cuando la cantidad de los óvulos no es adecuada para conseguir embarazo. De hecho, es cada vez mayor el número de parejas que se ven obligadas por sus circunstancias a recurrir a la donación de ovocitos para combatir y vencer su esterilidad (leer más sobre el tema es posible en http://www.neyro.com/2016/04/
«Los índices de embarazo conseguidos con este tratamiento, son muy elevados», defiende el dirigente del IVI, que cree que las mujeres que deciden ser madres a esas edades presentan una «estabilidad emocional, económica y profesional» que les permite afrontar un embarazo y una crianza de forma «muy ventajosa».