La inducción al parto no aumenta el riesgo de trastornos del espectro autista en los niños

En antaeriores ocasiones nos hemos venido ocupando de la asistencia a los partos, toda vez que parecería que las cesáreas se van imponiendo lamentablemente en nuestras maternidades (lo comentábamos en http://www.neyro.com/2015/07/03/parto-vaginal-o-cesarea-la-historia-de-un-falso-dilema/)
Curiosamente, al tiempo que en muchos territorios de este mundo se complica algo tan natural como el parto, incluso personalidades de la nobleza se apuntan al parto ambulatorio, desprovisto de cualquier artificiosidad por ser el más respetuoso con las condiciones ideales para que todo suceda con normalidad (ver en http://www.neyro.com/2015/05/04/la-revista-hola-entrevista-al-doctor-neyro-en-relacion-al-parto-ambulatorio-de-la-duquesa-de-cambridge/)
Unoo de los aspectos más novedosos en los últimos tiempos radica en el duda de si la forma de terminar el embarazo puede influir en el riesgo de que el nuevo ser desarrolle alguna forma de autismo o, para ser más preciso, algún trastorno del espectro autista (TEA) La preocupación por los TEA no se debe tener en cuenta en la toma de decisiones clínicas sobre si se debe inducir el parto.

Hoy sabemos que la inducción del parto no parece estar asociada a un mayor riesgo de TEA en niños, según ha mostrado un estudio realizado por expertos de la Harvard T. H. Chan School of Public Health (Estados Unidos) y publicado en «JAMA Pediatrics» apenas en el final de julio de 2016 y que está disponible en el enlace http://archpedi.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=2534479.

Desde antiguo sabemos y hemos confirmado con nuestras propias investigaciones, los embarazos bien datados desde el principio no deben llegar a las 42 semanas de forma espontánea ni deben terminarse por razones de duración antes de las 41 semanas. En la primera de las circunstancias, nos aclara el Dr. Neyro, se aumenta la mortalidad perinatal y en la segunda es la tasa de cesáreas la que se eleva de manera injustificada.

Así, la inducción al parto se recomienda cuando el mismo no se desencadena de manera espontánea (a las 41+5 semanas) y/o la salud del bebé o de la madre corren algún peligro. Los principales métodos para inducirlo son la ruptura de las membranas, la maduración mecánica o farmacológica del cuello uterino o la administración de oxitocina; modernamente, en todo el mundo estamos empleando mifepristona para la maduración cervical o incluso (anteriormente…) las clásicas prostaglandinas peri-cervicales, comenta el ginecólogo JL Neyro.

El trabajo que ahora comentamos, se publica tres años después de que un estudio realizado en Carolina del Norte encontrara una asociación entre la inducción al parto y los riesgos de autismo en el menor y que causó gran estupor en la literatura internacional. Ante estos datos, los investigadores de la Harvard T. H. Chan School of Public Health utilizaron parientes cercanos para comparar el riesgo y no encontraron «ninguna asociación» entre ambos.

«Muchos de los factores que podrían asociar la aparición del autismo son compartidos por completo o parcialmente por hermanos como, por ejemplo, las características maternas o factores socioeconómicos o genéticos. Al no encontrar ninguna asociación en nuestro trabajo se puede decir que, posiblemente, en los anteriores estudios la coincidencia podría haber sido por los factores familiares y no por la inducción al parto», ha comentado la autora principal, Anna Sara Oberg.

En concreto, los científicos analizaron todos los nacimientos ocurridos en Suecia entre 1992 y 2005, de los que siguieron a más de un millón hasta el año 2013 para buscar algún diagnóstico neuropsiquiátrico e identificar a todos los hermanos y primos maternos. Casi el 2% de los bebés del estudio fueron diagnosticados con autismo durante el período de seguimiento, el 11% de los partos fue por inducción motivada por complicaciones en el embarazo como, por ejemplo, diabetes gestacional, hipertensión gestacional o preeclampsia.

Ahora bien, cuando analizaron la presencia de autismo en los casos de bebés nacidos por inducción, los expertos encontraron una asociación similar a la detectada en el trabajo de 2013, si bien cuando lo compararon con sus hermanos dicha asociación no se producía.

«Estos resultados deberían tranquilizar a las mujeres que están a punto de dar a luz para que se conciencien de que un parto inducido no va a aumentar el riesgo de desarrollar trastornos del espectro del autismo en su hijo. No obstante, los resultados se refieren a los riesgos asociados con la inducción del parto ‘per se’, y no el método o medicamento específico utilizado en el proceso, incluyendo la oxitocina», ha argumentado el investigador Brian Bateman.

José Luis Neyro añade que este tema había sido muy debatido en la literatura internacional; solo hace un año, es septiembre de 2015 se había publicado otro estudio (ver en http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26107922), que analizó una cohorte de 2.697.315 niños correspondientes a población del Swedish Medical Birth Register y el Swedish National Patient Register y que puso el tema de nuevo en el candelero.

Este estudio confirmó los hallazgos previos de que los niños nacidos por cesárea eran aproximadamente un 20% más propensos a ser diagnosticados con TEA. Sin embargo, la asociación no se mantuvo al utilizar los controles-hermano, dando a entender que esta asociación se debe a la confusión familiar por factores ambientales y/o genéticos. La tranquilidad solo aparente de este estudio se confirma este mismo verano con el estudio arriba señalado con una diferente población analizada.

Nos encanta dar buenas noticias, señala finalmente nuestro experto¡¡¡¡