Así, investigadores de la Lunds Universitet (Suecia) han observado que el tratamiento del cáncer de mama con inhibidores de la aromatasa no funciona tan bien cuando las pacientes son fumadoras, según datos de un estudio publicado en la revista «British Journal of Cancer», disponible en http://www.nature.com/bjc/
En concreto, Persson y sus colegas han visto que las mujeres que consumen tabaco durante el tratamiento hormonal final tienen un riesgo tres veces mayor de sufrir una recaída en comparación con las no fumadoras, al tiempo que también tienen un mayor riesgo de muerte, por el propio tumor o por cualquier otra enfermedad.
En el estudio participaron un total de nada menos que 1.016 mujeres del sur de Suecia que fueron diagnosticadas de cáncer de mama entre los años 2002 y 2012. Antes de ser operadas se les preguntó si eran fumadoras y una de cada cinco decían serlo, bien de forma habitual o como «fumadoras sociales», y en ellas se evaluó si este consumo podía tener algún impacto en la eficacia del tratamiento utilizado tras la cirugía. Recuérdese lo ya conocido acerca de esta relación tabaco-cáncer de mama (léase en http://www.neyro.com/2014/03/
De este modo, en el artículo que ahora comentamos se vio que las más perjudicadas por el tabaquismo eran las pacientes de más 50 años tratadas con inhibidores de la aromatasa (IA), un tipo de tratamiento que impide que el cuerpo reciba acción alguna de sus propios estrógenos en el tejido adiposo y, con ello, reduce el riesgo de recurrencia en las pacientes con un tumor con receptores de estrógeno (RE) positivos.
En este grupo de mujeres con cáncer de mama, mayores de 50 años, con RE (+), fumadoras y en tratamiento con IA, fumar se relacionó con mayor riesgo de eventos de cáncer de mama (adjHR: 2.97; 95% CI: 1.44–6.13), aparición de metástasis a distancia(adjHR: 4.19; 95% CI: 1.81–9.72), y muerte (adjHR: 3.52; 95% CI: 1.59–7.81). El incremento del riesgo de metástasis para estas mujeres fue del 319% y el de muerte era por lo tanto de un 252% más que en las no fumadoras¡¡¡¡
El tratamiento con inhibidores de la aromatasa funcionó significativamente mejor en las pacientes no fumadoras y, en cambio, se vieron pocas o ninguna diferencia entre fumadoras y no fumadoras en las pacientes tratadas con tamoxifeno (que en los últimos años está siendo sustituido cada vez más por los IA en función de las evidencias constatadas de muchos años), radioterapia o quimioterapia.
«Se necesitan más estudios, pero nuestros hallazgos son importantes ya que muchos pacientes con cáncer de mama reciben este tipo de tratamiento», ha reconocido Helena Jernström, una de las autoras firmantes del estudio. Hoy sabemos que a veces, ni el diagnóstico de cáncer es suficiente estímulo para abandonar el tabaquismo y ello induce a pensar la cantidad de trabajo que todavía tenemos por delante en relación con el tabaquismo (véase enhttp://www.neyro.com/2014/09/
El hallazgo que sorprendió a los investigadores en esta oportunidad fue precisamente la baja tasa de abandono del tabaquismo durante el tratamiento pese a haber sido informadas de la importancia de hacerlo, ya que de las 206 fumadoras (el 21% de las incluidas en el estudio) sólo el 10% dejó de fumar un año después de ser operadas. De hecho, reconocen que es una tasa muy baja como para evaluar si este abandono puede tener algún efecto.