El experto se ha pronunciado así con motivo de la presentación del ‘Manual de Bioética y Derecho Sanitario para Hematólogos’, elaborado por Derecho Sanitario Asesores y que cuenta con el aval de la SEHH. «Debido a la crisis y a la tensión presupuestaria, la libertad de prescripción del médico está siendo discutida en muchos ámbitos de la asistencia. En estos casos, los facultativos estamos en una especie de limbo desde el punto de vista legal, no sabemos muy bien cuáles son nuestras obligaciones y nuestros derechos», ha apostillado. De entrada, señala el Dr. Neyro, desde su Magisterio interuniversitario en Bioética, hablar de derechos y obligaciones en una actividad orientada desde siempre a la realización del mayor bien posible al paciente necesitado de asistencia y de cuidado, es una cuestión que empieza a chirriar, a sonar desafinado en nuestro mundo.
Y es que, por ejemplo, en las enfermedades raras con frecuencia se producen situaciones de «inequidad y desigualdad» en el acceso a los tratamientos, donde los pacientes topan con una serie de «trabas burocráticas» para conseguir la administración de los medicamentos prescritos por su médico, teniendo incluso que recurrir a instancias judiciales. Se dan en este punto a veces, enormes diferencias solo territoriales porque el paciente tenga la «mala suerte» de depender de esta gerencia sanitaria o de la de allende el río que le separa de una mejor opción terapéutica para su dolencia.
No obstante lo anterior, «es fundamental tener guías elaboradas por sociedades científicas consensuadas, independientes y que homogeneícen criterios. La medicina basada en la evidencia actualmente también tiene que ser eficiente, concepto en el que se relaciona el coste del tratamiento con su eficacia, en la que debemos incluir la calidad de vida que obtiene el paciente y no sólo los resultados clínicos», ha remarcado el jefe de servicio de Hematología y Hemoterapia en Osakidetza, José María Guinea.
En este sentido, Núñez ha destacado la importancia de las guías clínicas elaboradas por sociedades científicas para defender la prescripción de los pacientes y ha abundado en la necesidad de que sean la base para una prescripción coordinada a nivel nacional. «La existencia en diversas comunidades de distintos criterios de aprobación de tratamientos crea incertidumbres para los profesionales y los pacientes, que ven como según en el territorio donde residan tendrán distintas opciones terapéuticas», ha apostillado, a veces con sensibles diferencias incluso en la evolución de la enfermedad, rozando lo cuestionable..
Por otra parte, los especialistas han recordado que el deber del médico es actuar conforme a la ‘lex artis’, es decir, de acuerdo con los conocimientos actualizados y desde un punto de vista bioético que conlleva respetar la libertad de prescripción en beneficio del paciente. «La situación económica ha influido mucho. Si antes era necesario un informe para solicitar cualquier medicamento con un determinado precio, ahora tenemos que hacer más e insistir una y otra vez para que aprueben la prescripción», ha afirmado Guinea. Ocasionalmente, «el precio del medicamento se coloca artificialmente por delante que el beneficio a conseguir para el paciente pero interponiendo al médico entre la decisión administrativa y el paciente receptor de la misma», según comenta nuestro experto en Bioética, José Luis Neyro.
Estas declaraciones han sido corroboradas por Abellán-García quien ha lamentado la presión «insoportable» a la que están sujetos los médicos ya que, tal y como ha explicado, deben velar porque el paciente tenga el «mejor» tratamiento posible y, a su vez, revisar las prescripciones que sean «muy costosas».
«Hay situaciones que requieren decisiones excepcionales y aparcar el concepto de coste-eficacia, más cuando no existe otro tratamiento equiparable», ha zanjado Jurado. El bien de nuestros pacientes en un bien que la sociedad aplaude por encima, casi siempre, de un coste que esa misma sociedad está dispuesta a admitir muy a pesar de intereses no bien explicados de determinados gerentes sanitarios escondidos tras una falso análisis economicista de la sanidad.