Los 70 años son un momento crítico para la salud de las mujeres. A esa edad, llegan a su final los programas públicos para la detección precoz de determinadas enfermedades, como el cáncer de mama, y la mayoría de ellas comienza a dejar de visitar al ginecólogo. A menudo creen que ya es inútil y que no merece la pena hacerlo; pero se equivocan.
Las vascas vivirán por estadística al menos hasta los 84 años y las previsiones apuntan a que en la próxima década ganarán en esperanza de vida otros cuatro años más. Los expertos en atención a la mujer menopáusica aseguran, por ello, que «dejar de acudir al especialista durante quince o veinte años es demasiado tiempo». Carece de todo sentido. Hay patologías muy graves, como tumores, que tratadas a tiempo pueden incluso superarse; y otras menos complejas, pero muy molestas, como la incontinencia urinaria, cuyo pronóstico se puede mejorar sensiblemente.
«Tenemos que enganchar a nuestras pacientes antes de los 65 para evitar, en la medida de lo posible, que las enfermedades degenerativas les pillen a partir de los 70», afirma el ginecólogo José Luis Neyro, director del curso de formación continuada sobre Climaterio y Menopausia, que llegó ayer a su novena edición en el Paraninfo de la Universidad del País Vasco, en Bilbao. «El riesgo de padecer cáncer de mama y de cuello de útero decae en ese momento de la vida, pero se incrementan mucho las fracturas por osteoporosis, la caída del suelo pelviano y la incontinencia urinaria». Los médicos están convencidos de que es posible envejecer con mucha más calidad de vida si se vigila y controla a tiempo la aparición y el avance de determinadas dolencias.
Igual que una joven
«La edad no debe ser una contraindicación para curar», sentencia el ginecólogo del hospital de Cruces Txetxu Iparraguirre. El riesgo de sufrir un cáncer de mama, aunque disminuya, no desaparece con la edad. Tres o cuatro mujeres de cada cien sufrirá un tumor mamario en su década de los sesenta. Si ese periodo se amplía hasta los noventa años, las posibilidades crecen hasta casi el 10%. «Tradicionalmente se ha pensado que a partir de los 65 era mejor reducir la quimioterapia o no someter a una paciente a cirugía, pero no es así. Una mujer madura se puede someter a un tratamiento quirúrgico con iguales posibilidades que una joven», sentencia el especialista.
Otras complicaciones como la sequedad vaginal y el prolapso uterino, que es la caída del útero por la vía del parto como consecuencia de la debilidad muscular propia de la edad, pueden mejorarse con un diagnóstico temprano, mediante la realización de ejercicio y el uso de los fármacos adecuados. Con la incontinencia urinaria, que afecta a un número muy importante de mujeres, sucede algo parecido.
La vergüenza que este problema genera a las afectadas impide conocer con exactitud su incidencia,con estimaciones tan variadas que oscilan entre el 5% y el 70%, según explica el urólogode Cruces Iván Olano. Los estudios apuntan a que siete de cada diez pacientes no acuden al médico porque no se atreven a hablar de ello.
EDAD Y ENFERMEDAD
Cáncer. En la vejez, conviene vigilarse la aparición de tumores mamarios y de útero. A partir de los 70 años, no hace falta que las revisiones sean anuales, pero sí cada dos años. La periodicidad dependerá de cada paciente.
Osteoporosis. La falta de calcio en los huesos, una de las principales causas de rotura de cadera,es una de las enfermedades más frecuentes de las personas mayores. La prevención debe comenzar a partir de los 45 años.
Incontinencia urinaria. Ejercicios como contraer y relajar hasta ocho veces el anillo muscular del ano y la uretra ayudan. Los episodios de urgencia se pueden controlar con respiraciones profundas. Para según qué casos, también hay fármacos y cirugía
UN ARTÍCULO DE FERMÍN APEZTEGUIA fapezteguia@elcorreo.com