«Las mujeres adultas deben vacunarse también del cáncer de cérvix, y los hombres»

El doctor Neyro en la rueda de prensaCuatro ginecólogos recomendaron ayer en Logroño que también la población adulta se vacune contra el virus del papiloma humano, y no sólo las niñas, cuya inmunización comenzó este mes organizada por la Consejería de Salud del Gobierno de La Rioja. El doctor González Romero recordó que la vacuna protege ante cuatro tipos del VPH: el 16 y el 18, causantes del 70 por ciento de los cánceres de cuello uterino, el 40 de los de vulva y pene y el 90 de los de ano; y el 6 y el 11, que producen el 90 por ciento de las verrugas genitales y otros problemas.

El cáncer de cuello de útero o cérvix es el segundo más frecuente en la mujer de entre 15 y 45 años tras el de mama. «40 mujeres mueren al día en Europa de este tipo de cáncer», explicó González. Añadió que, aunque en torno al 70 por ciento de la población «va a estar expuesta al virus a lo largo de su vida», en el 80 por ciento de las infecciones «el virus remite espontáneamente sin dejar ninguna lesión». El doctor Muñoz Martínez de Salinas explicó que, por la incidencia superior en mujeres jóvenes, se ha optado por vacunar a las niñas «cuando todavía no han tenido relaciones sexuales».

También los hombres

La única vía de transmisión del virus es la sexual, y ni el uso del preservativo elimina del todo este riesgo. Por ello, los cuatro ginecólogos propusieron extender la vacuna, no sólo a las mujeres de hasta 45 años, sino también a los hombres, que «no padecen la enfermedad pero sí pueden portar el virus», recalcó el doctor José Manuel Echevarría. Todo ello, siempre que se mantengan relaciones sexuales ‘inestables’, aunque, como ironizó González, «¿quién asegura la fidelidad?».

El doctor Neyro añadió a la importancia de la vacuna las citologías anuales para las mujeres. Las dos medidas «previenen el 100 por cien de los casos de cáncer de cuello uterino», dijo.

«La paciente es soberana pero no puede imponer técnicas descabelladas»

 El ginecólogo de cruces José Luis Neyro defiende el parto hospitalario aunque reconoce algunos excesos.

BILBAO. El año pasado Sanidad tachó de «excesivo» el número de cesáreas en los hospitales privados. Y es que entre el 35 y el 40% de los partos en las clínicas privadas son por cesárea, mientras que los hospitales estatales rondan entre el 20 y el 26%, casi la mitad. En el caso del hospital vizcaino de Cruces, su servicio de Obstetricia «se desmarca del protocolo del Estado», practicando uno de cada diez partos mediante cesárea. Por ello, el ginecólogo José Luis Neyro no resulta representativo de los acérrimos enemigos del parto natural. En su opinión, «el 50% de las cesáreas realizadas en la mayoría de los centros estatales son evitables», afirma. Con todo, Neyro matiza mucho al hablar de partos naturales. Él prefiere el término «parto respetuoso», que es el que dice que siempre practica. Así, Neyro cree que la paciente es soberana y, que si no quiere, no se le aplica la epidural, por ejemplo.

«Mientras todo vaya bien, yo sólo estoy ahí para vigilar, para controlar el parto; señora, es usted quien lo dirige. Es una situación fisiológica, no una enfermedad», describe. Ahora bien, «si hay algo anormal, escúcheme», añade Neyro, quien admite propuestas como que la cuñada acompañe en el parto a la paciente o ésta quiera adoptar otra postura, aunque «si son técnicamente descabelladas, no puede imponer una atención técnica». Neyro ejemplifica la necesidad de usar unos fórceps si el bebé puede sufrir un daño cerebral. En cuanto al parto natural, a este ginecólogo no le gusta el término. «Quien lo emplea habla desde la ignorancia», opina. «Es absurdo pontificar tras una mala experiencia: hay mujeres que piden la epidural ya en el octavo mes. Cada caso es distinto», entiende, recordando el 45% de cesáreas en Brasil «para no alterar el periné».

Aunque piensa que las numerosas cesáreas no rebajan la mortalidad perinatal, Neyro argumenta que «ningún hospital tiene cero», pues se da una constante de 4 ó 4,5 muertes por cada mil nacimientos originadas más «por el anteparto que por el parto». «En todos los partos se da una constante: se quiere la máxima seguridad, mínimos riesgos y la más absoluta independencia a la vez». Por ello, dice, los ginecólogos se ven «atados de pies y manos», y admite que muchos de sus colegas, bajo esta presión, optan por la cesárea como una garantía de seguridad.

C.M. DEIA

Vida sexual y reproducción

LA INCORPORACIÓN de la mujer al mercado laboral ha contribuido a que se retrase la edad en que la mujer tiene su primer hijo de los 22-23 a los 32-33 años en tan solo veinte años de tiempo. «Esto conlleva que la mujer pueda desear quedarse embarazada en la década de los 40 años. En este sentido, a esta edad, pueden aparecer ya desarreglos hormonales, aunque todavía pueden existir posibilidades de embarazo» explica el doctor Neyro.

«Por el contrario», añade, «si no se desea el embarazo, la mujer debe tener en cuenta que aunque tenga ya desarreglos por estar próxima la menopausia debe que utilizar métodos anticonceptivos de alta eficacia y que le solucionen además problemas añadidos. Por otro lado, puede darse la situación de desear el embarazo pero no estar ya en edad fértil y en estos casos es muy importante que la mujer esté informada sobre las diferentes técnicas de reproducción asistida existentes».

En cuanto a la disminución del deseo sexual, el doctor Neyro afirma que «la disfunción sexual se produce, entre otras razones, debido al descenso de los niveles hormonales con la llegada de la menopausia y que debe ser atendida como una parte más de la menopausia, ya que empeora de forma muy importante en la calidad de vida de muchas mujeres».

El climaterio, que se inicia alrededor de los 45 años y finaliza a los 65, al comenzar la senectud, está formada por tres fases: premenopausia (etapa que precede a la menopausia y que dura de dos a ocho años), perimenopausia (periodo inmediatamente anterior a la menopausia, cuando comienzan las manifestaciones orientativas de que se aproxima la menopausia, y dura como mínimo hasta el primer año siguiente a la menopausia) y posmenopausia (última etapa del climaterio que se inicia al año de la última menstruación o menopausia y finaliza en la senectud). N. L. DEIA.